La matriz mediática internacional tiene dispuesto que aquel que no ataca al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, apoya una dictadura. Y en cambio, al que apoya a la oposición política, en este caso al candidato que puso la líder Corina Machado, es un demócrata.
Hay que hilar delgado, sobre todo en Colombia por la vecindad histórica y geográfica con este país, por las consecuencias que puede tener cualquier postura.
Por supuesto, el gobierno de Maduro ha socavado no solo libertades fundamentales sino que también ha trastocado el sistema de pesos y contra pesos entre los poderes públicos, por lo que es inobjetable que estamos ante un estado con rasgos autoritarios, pero no una dictadura, debate que no se puede saldar en un pequeño espacio de opinión como este.
Así mismo tampoco se puede decir que la oposición, que ciertamente tiene fundamento para protestar y participar políticamente, es el bastión democrático de la sociedad venezolana, pues han llamado a la violencia constantemente y hasta reconocieron un presidente de papel como Guaidó.
Por estas razones es que ha sido racional y ponderada las actuaciones de los presidentes de Colombia, México, y Brasil (Petro, AMLO y Lula) en la reciente crisis política electoral del estado vecino, al punto de que hasta USA, que en un principio reconoció la victoria del candidato opositor, se echó para atrás y siguió el camino de la diplomacia que han llevado los países progresistas, al que también Chile se plegó. Como siempre, es mucho más fácil hacer la guerra que la paz.