Como la semana pasada, el columnista Harold Mora Campo tuvo a bien referirse al rotundo éxito que tuvo la programación del XIV Festival de la Imagen y la Palabra que se realizó virtualmente del 23 al 27 de agosto pasado desde la UCEVA, no voy a volver sobre cada uno de los eventos, o al conjunto de los mismos, que según la producción del Festival alcanzó a más de veintitrés mil personas que lo reprodujeron de las plataformas por las cuales se trasmitió.
Pero si quiero detenerme en el conversatorio realizado con el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, con motivo de los cincuenta años de su novela “Cóndores no entierran todos los días”, y a su ofrecimiento de donar su biblioteca a nuestra Alma Mater, y a la aceptación de tal oferta por parte del señor rector Juan Carlos Urriago y del señor alcalde John Jairo Gómez Aguirre, en su calidad de presidente del Consejo Directivo de la Institución.
Porque no se trata solo de la entrega de por lo menos once mil volúmenes de literatura, poesía, historia, política, ciencias sociales, economía y otras tantas disciplinas para consulta y lectura de la comunidad académica, se trata de la entrega de un legado que le da a la UCEVA un carácter internacional de investigación, como el que caracteriza a la Universidad de Austin, Texas, depositaria del legado de Gabriel García Márquez.
Y, además, le permite trabajar en la apertura de uno o varios programas de humanidades que son los que caracterizan la verdadera formación integral de los miembros de una comunidad universitaria, así los negacionistas de todos los pelambres digan lo contrario.
Recordemos que los libros, son los que alimentan el conocimiento de todas las cosas divinas y humanas, y sin ellos no pasaríamos de atildados ignorantes, sin el saber de las antiguas costumbres, sin la memoria que nos hace verdaderamente humanos. Tal calamidad, es imposible permitirla.