Hace aproximadamente 15 años percibo un eslabón perdido de jóvenes en Tuluá, han pasado por la cárcel, grupos armados ilegales, como sicarios, expendedores de drogas o extorsionistas, son los que más son asesinados; la mayoría con escaso acceso a la educación y a fuentes de empleo formales.
Algo pasó, algo no vimos, algo no hicimos. Existe un concepto en construcción, el Juvenicidio, no es solo el homicidio de jóvenes, connota un carácter masivo, sistemático y de exterminio por parte de grupos armados legales o ilegales, o políticas estatales como la que llevó a los falsos positivos, y recientemente la estigmatización y homicidios de esta población durante el estallido social; ya que interviene una estructura neoliberal, desigual, y de poder.
Jaime Garzón dijo: “si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”. Según Medicina Legal las edades en las que más se concentran los homicidios en Colombia (2016-2021) son 20 a 24 años, con más de 2000 homicidios cada año.
¿Cómo los jóvenes de Tuluá deben asumir el rumbo de su destino colectivo? Varios colectivos juveniles del municipio presentaron una carta al Viceministro de Juventud, en la que solicitaron la puesta en marcha del Programa Jóvenes en Paz en Tuluá, el cual busca atacar la extrema pobreza, explotación sexual, en criminalidad y en condiciones de vulnerabilidad en territorios por el conflicto armado, son causas de Juvenicidios, y lo que ese eslabón perdido de jóvenes no tuvo.
El programa involucra muchas entidades y sectores (como el de comercio) porque comprende la multidi-mensionalidad de la problemática, y del Estado. La responsabilidad por las juventudes de Tuluá no recae exclusivamente sobre el gobierno nacional o sobre los jóvenes que presentaron la carta, también es responsabilidad suya, quien está leyendo esta columna.