Presenciando la tercera ola del virus, que se advirtió en este espacio cuando el gobierno nacional celebró la llegada del ridículo 0,08% de las vacunas a finales de enero, se reafirma el total fracaso del manejo de la pandemia que se ha dado desde la presidencia de la república, por lo que Colombia es una de los países del mundo que peor han obrado al respecto según publicaciones internacionales. En la región, solo detrás de Brasil y de México, lo cual es consuelo de tontos. Y así, mientras recomienza el incesante y angustioso aumento de contagios y muertos, nos estamos dando cuenta que el proceso de vacunación no solo es lento sino casi inexistente. No hay vacunas!! Solo un remanente para las segundas dosis de algunos vacunados, y ni siquiera la población mayor de los 70 años alcanzó a vacunarse en su totalidad. Y pensar que Rusia nos ofreció su exitosa vacuna pero este insolente gobierno se negó tal vez creyendo el estúpido cuento de la inoculación de un virus comunista o algo parecido, como cuando le armaron escándalo al alcalde Medellín por pedir en el pico de la primera ola la ayuda de los únicos médicos que salen de sus fronteras a auxiliar a sus congéneres: los galenos de Cuba.
Es entonces como vuelven a acudir a la medida más restrictiva de derechos, los toques de queda que ya tienen asfixiada la economía de la subsistencia en la que se encuentra la mitad de la población colombiana, cuando la solución no es otra más que la vacunación masiva acompañada de detección de zonas de contagio y su cercamiento epidemiológico, tal como lo hicieron los chinos que vieron nacer el virus en sus narices y prácticamente lo extirparon. Casualmente decretan el encerramiento cuando están ad portas de presentar una de las más regresivas reformas tributarias de los últimos tiempos, para que la gente del común no salga a protestar legítimamente porque los pretenden poner a pagar la crisis que el mismo pueblo ha padecido mientras los grandes capitales se han llenado los bolsillos y no han pagado ni pagarán los costos de la pandemia que los han enriquecido aún más. La impopularidad del gobierno “Uribe 2” no es gratuita, y de la misma población golpeada depende que esto cambie el año entrante, sin miedos y con determinación, este autoritarismo oligarca tendrá su fin.