El hundimiento de la reforma laboral en la Cámara de Representantes se avizoró desde un principio cuando el gobierno no atendió a las inquietudes, sugerencias y llamado a la concertación por parte de todos los sectores sociales, económicos y empresariales, que vieron el riesgo y la inaplicabilidad real de los cambios propuestos.
En lo que sí hay consenso nacional, es en la necesidad de una reforma estructural, de tal manera que tienda esencialmente a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores con menores ingresos y ofrecer soluciones al empleo informal sin olvidar al campesinado del sector rural, el olvidado de siempre, por más promesas que hacen los políticos durante sus campañas electorales.
Al articulado se le criticó su afán en favorecer a los trabajadores formales, al sindicalismo, dejando de lado a los trabajadores del campo y a los informales, poner en riesgo al sector empresarial y a las MiPymes, generadores del 79% del empleo.
El aumento de las horas nocturnas y el trabajo en los días festivos, castigaban realmente a los empresarios, lo cual los limitaba para aumentar de alguna manera el empleo formal y al mismo tiempo limitaba su margen de maniobra en materia de pérdidas y ganancias.
La generación de trabajo es una prioridad indispensable, si se quiere un mejoramiento en la calidad de vida de los colombianos y crecer en forma armónica con el objetivo común del desarrollo económico y social que permitan la convivencia ciudadana, lo cual ha sido una constante en los esfuerzos de todos los gobiernos pero que se ha visto frenado por múltiples circunstancias.
Ahora bien. Esta propuesta criticada y negada en la Cámara de Representantes, será nuevamente presentada en la próxima legislatura, en donde se espera que el gobierno acepte de mejor forma las recomendaciones, inquietudes y sugerencias de los sectores que no aceptaron el texto original y ojalá que prime la sensatez, la responsabilidad y rectitud de intención de los congresistas, que obviamente obedecen a parámetros ideológicos y posiciones, a veces con carácter más personal que colectivo.
Acudimos actualmente a un escenario profundamente polarizado, cuando por un lado, se teme que el gobierno atente con sus cambios propuestos contra la democracia existente y del otro, la posición intransigente de los amigos de un nuevo modelo de desarrollo, en donde la justicia conlleve a la paz nacional, porque de todas maneras es necesario dar un viraje estructural, sin afectar el sistema que nos rige.
Lo más recomendable es caminar paso a paso, poco a poco, buscar consensos, sin imponer las ideas sino proponiendo ideas para discutir abiertamente, sin miedo a la transformación del país, pero no se puede hacer todo al mismo tiempo, sin análisis y reflexión profunda, porque atravesamos realmente tiempos difíciles, en donde la credibilidad en las instituciones está en juego, las redes sociales andan a la deriva, emiten informaciones sin confirmar y desorientan la opinión pública.
El consenso de obligatorio cumplimiento es la generación de empleo, no hay otra salida, y para lograrlo es necesario escuchar a todos los sectores afectados con las reforma, en otras palabras ser humildes, para aceptar otras opiniones que pueden ser válidas para llegar a objetivos comunes que sirvan a la Patria y no solo a unos pocos grupos que siempre han sido privilegiados.