Las élites de este país andan envalentonadas con la derrota relativa del Pacto Histórico en las elecciones regionales, asumiendo que es una crisis nacional que deben aprovechar contra Petro, de quien aún les duele aceptar que es el legítimo Presidente.
Repasemos: Colombia no se volvió ni se volverá la Venezuela actual (y aún esperamos que los que juraron irse del país si ganaba la izquierda, cumplan su palabra) el dólar nunca llegó a los catastróficos $10.000 y antes se ha mantenido a la baja, la inversión extranjera aumentó, el turismo también. No se ha expropiado a nadie, no se persigue ni a la oposición ni a los medios, las protestas no reportan muertos ni a nadie se le ha estropeado un ojo.
El desempleo bajó, y la inflación está a casi un dígito. Hay record en incautación de droga. Nunca se había llegado tan lejos en un proceso de paz con el ELN. La reforma agraria avanza. Y el presupuesto público no se lo están robando, caso Reficar! Porqué entonces quieren hacernos creer que estamos en un desgobierno, al punto de lamentar la llegada de un crucero a Buenaventura, o viralizar a la “gente de bien” gritando y contagiando a algunos hinchas en los estadios con el descontextualizado “fuera Petro”.
Respuesta: las reformas sociales (salud, pensión, trabajo, educación, servicios públicos) afectan los privilegios centenarios de estas élites que están dispuestas a hacer lo que sea para no perderlos.
Ciertamente falta mayor ejecución del presupuesto público por aquella curva de aprendizaje que sí le perdonaron impunemente a Duque, la violencia aunque disminuye no cesa, y el consumo siguiendo una tendencia mundial ha disminuido lo que hace decrecer sectores como la industria, el comercio y la construcción. Pero si el Banco de la República no baja la tasa de interés, el Congreso de oposición ni siquiera sesiona, y hasta las altas cortes dan golpes arteros como la mutilación sustancial de tributos a las multinacionales o la destitución de los congresistas del Pacto, es muy difícil dar al traste con estos problemas.
Pareciera que el camino ya está trazado, y es la ejecución a fondo del valioso Plan Nacional de Desarrollo, mientras la nueva Fiscal cumpliendo sus funciones constitucionales y legales va decantando el hampa política. Y así, dentro de dos años la opinión pública coincidirá en que hubo cambio.