Cada colegio tiene un énfasis pedagógico con el que se identifica en la comunidad, lo que implicaría que los educandos son formados la mayor parte del tiempo bajo ese sistema elegido.
Pero, es prácticamente imposible encasillar a todos los niños bajo un modelo; ya que en la praxis los docentes encuentran que la realidad a lo mejor no les permite en algunas ocasiones lograr que se vivencie el mismo al 100% del tiempo.
Las causas son muy variadas, una de las más importantes es que, así como cada ser humano es único y posee inteligencias múltiples, también cada individuo tiene alguna manera de aprender con la que se le hace más fácil recordar todo lo que le es enseñado en las aulas. De allí que el maestro más actualizado, es aquel que tiene en cuenta todo eso, y diseña sus clases con diferentes enfoques o corrientes de pensamiento; y en el momento de poner en práctica las competencias de sus educandos, para examinar sus habilidades, permanece atento a descubrir cuál le funcionó mejor. De allí que se diga que la evaluación es constante.
En ese sentido, si para una materia en especial, una didáctica determinada no permite avances, lo recomendable es abrazar otros paradigmas para lograr que sus pupilos alcancen sus metas.
Es bien sabido que el estilo conductista ya no es el más usado, empero no puede ser descartado totalmente porque es posible que para alguna de las materias sea necesario.
Si bien, los marcos más aceptados hoy por hoy podrían ser: el construccionismo social o la nueva escuela; someter todo el tiempo a los educandos a un solo método en todas las clases, día tras día, podría conllevar quizá a la deserción educandos en búsqueda de otro espacio pedagógico en el que ellos no sientan que la monotonía les coarta su desarrollo; en otras palabras, lo mejor siempre será, evitar encasillarse o cerrarse a otras metodologías, técnicas y formas de transmitir los conocimientos cuando se nota que los estudiantes no progresan.