En el libro Sin novedad en el frente hay una escena atroz: un soldado alemán llamado Pablo Bauman, está en un embudo, arriba hay una batalla, cae un soldado francés; por susto, por instinto de supervivencia, no se sabe, reacciona veloz, lo apuñala. “¡Con qué lentitud muere un hombre!”, “Su muerte es obra mía”, dice Pablo en el monólogo que inicia con el agonizante: “Tan solo ahora comprendo que tú eras un hombre como yo”.
¡Perdóname, camarada! ¿Por qué no nos dicen continuamente que vosotros sois unos pobres infelices como nosotros, que vuestras madres viven en la misma angustia que las nuestras y que todos tenemos el mismo miedo a la muerte, el mismo agonizar y los mismos dolores? ¡Toma veinte años de los míos, compañero, y levántate! Toma más, si quieres, pues yo no sé tampoco qué hacer con ellos”.
¿Qué sigue para la vida de un joven que ha tenido tal experiencia? En un podcast, Diana Uribe define la razón desde Immanuel Kant: capacidad de tener el uso del entendimiento humano, dirimir los conflictos, y entender el universo; y sostiene que la razón occidental se suicidó dos veces: en la 1ª y 2ª Guerra mundial; También menciona una de las filosofías centrales de Kant, la del reino de los fines: las personas deben ser tratadas como fines en sí mismas y no como medios; la guerra es por excelencia el uso del humano como medio, no como sujeto de dignidad, por eso Diana remata: “No hay nada razonable en meter a toda una generación de muchachos en una trinchera, entre una zanja, llenarla de gases, y que se pudran ahí durante 4 años”.
El 2024 no dista de esa realidad, seguimos siendo sociedades asesinas de la razón: Palestina, Ucrania, Colombia y sus guerras recicladas, pariendo generaciones como las que describe Pablo Bauman: “estamos abandonados como niños y somos experimentados como ancianos… Creo que estamos perdidos”.