Se ha regado en redes la idea de que si el Estado no tiene la plata suficiente para el año entrante es porque el gobierno nacional malgasta los recursos, por lo que hay que aclarar que la causa de que haya recorte presupuestal para 2025 es: I) el millonario préstamo que hizo Duque al Fondo Monetario Internacional para enfrentar el COVID 19 con la condición de pagarlo en los dos años entrantes, esto es, que el gobierno siguiente asumiera la deuda, II) Al Duque, irresponsablemente negarse a subir el precio de la gasolina para sostener el fondo de combustibles, obligó a fondearlo con dineros de la nación y con la impopular pero responsable medida de aumentar el precio del combustible, y III) la desafortunada sentencia de la Corte Constitucional que tumbó el artículo de la ultima reforma tributaria que establecía la prohibición de deducir el pago de las regalías del pago de impuestos de las grandes multinacionales que extraen nuestros recursos naturales no renovables.
Este último golpe a las finanzas públicas se llevó de tajo prácticamente la mitad del dinero recaudado en el ultimo ejercicio tributario. Aunado a lo anterior, el Congreso de la República se niega a aprobar la ley de financiamiento que permita que no se vea afectada la inversión social.
Lo anterior no significa que Petro no haya cometido equivocaciones en este desfinanciamiento, pero seguro no se deben a los escándalos baladíes y sobreexpuestos de Benedetti o las llegadas tardes a algunos eventos.
No, lo que se reclama, sobre todo desde la izquierda, es la ortodoxia económica demasiado responsable de honrar los cánones neoliberales que tanto ama la derecha y su extrema, pues Petro hubiera podido solicitar la auditoría de la deuda adquirida por Duque para alargar por varios años más el pago de la misma, y no estar amarrado incondicionalmente a la regla fiscal.