Las palabras son más que sonidos, las palabras moldean la mente para después convertirse en pensamientos o acciones, son tan poderosas que a través de ellas podemos crear o destruir, por eso su correcto manejo es de suma importancia.
Una palabra apropiada para una persona que se siente agobiada puede motivarla a levantarse y seguir luchando.
En cambio, una palabra dañina a alguien que se encuentra triste o desesperado puede acabarlo emocionalmente e inclusive hasta llevarlo a tomar decisiones equivocadas.
De ahí la importancia de interiorizar muy bien este proverbio: “No abras tu boca, a menos que estés seguro que tus palabras son más valiosas que tu silencio”.
Por eso hoy solo quiero hacer elogios, entregar palabras de admiración a varias personas que esta semana compartieron sus alegrías y nos hicieron felices.
Es así como mis primeras palabras de gratitud son para los organizadores de la Feria 65 de Tuluá, quienes lograron en la presentación del evento, realizado la semana anterior, transmitir entusiasmo a todos los asistentes al coliseo. Tanto, que nos pusieron a soñar en el reencuentro de junio, porque promete ser de los mejores.
Y no puedo dejar de aplaudir a los directivos de Comfenalco, pues me sentí muy feliz el martes que inauguraron el centro re-creacional y club La Rivera. Esta mega obra es un regalo hermoso para mi Tuluá y sé que así lo piensan todos los que asistieron al acto. Complacidos, conocimos lo desarrollado y disfrutamos además de los abrazos de las personas que la pandemia nos había distanciado. Sentí como si despertara de una pesadilla de dos años.
También allí tuve la oportunidad de saludar a mis amigos Felice Grimoldi y Juan Carlos Londoño, a Angélica Tascón, creadores de este sueño y que han sido especiales y cercanos a mi familia. A ellos quiero agradecerles en nombre de los tulueños.
Por último, es imposible ignorar el sentimiento de orgullo colombiano que transmitió Sebastián Yatra con su interpretación de la canción Dos óruguitas en los premios Oscar. Gracias por recordarme que soy felizmente de este país, en donde las mariposas amarillas de García Márquez pululan en nuestros paisajes de Encanto.