Dicen que “para verdades el tiempo”, solo así nos daremos cuenta, realmente, si las políticas que está implemen-tando el presidente de Estados Unidos, eran o no acertadas, al menos para los intereses propios y los de sus connacionales.
Sin embargo, esas decisiones que se tomaron desde hace algunos días en la Casa Blanca, las que fijaron aranceles, en el caso de nuestro país, del 10% a las exportaciones, han generado todo tipo de reacciones, al menos en redes sociales y en distintos foros gremiales, con el gobierno nacional, a través de la Cancillería a la cabeza.
Llama poderosamente la atención que no pocos sectores del país se encuentren preocupados por ese incremento arancelario que afectaría a un alto porcentaje de las exportaciones colombianas.
Sin embargo, ese hecho ha puesto a pensar qué tan positivo fue para el país haber firmado en su momento los respectivos tratados de libre comercio, iniciando con Estados Unidos, el famoso TLC.
Hay quienes siempre se opusieron a ellos, incluso el actual gobierno sostiene que van en detrimento de la industria y la producción nacional.
Ahora, esas voces que, acompañadas de cifras, muchas veces, se opusieron a la firma de esos tratados, especialmente con los norteamericanos y con Europa, a modo de, no digamos burla, pero sí con cierta saña, no, saña no, con cierta ironía, exponen que los gobiernos pasados en Colombia estuvieron equivocados, puesto que la postura de la administración Trump es proteccionista, defiende la industria de su país, por lo menos esa es la excusa pública para las decisiones de las últimas semanas.
Pero cabe la pregunta, ¿qué tan beneficioso puede ser para la industria colombiana ese incremento en los aranceles a las exportaciones hacia ese país, será que volvemos a lo nuestro a potencializarnos, a depender, de nosotros mismos, por lo menos en materia alimentaria, o el daño ya está hecho?
Cuando hablo de daño, me refiero a aquellos productos que poco a poco, a medida que avanzó la globalización y se ‘popularizaron’ los TLT, se dejaron de producir (algodón, soya, millo, etc.), y si se producen, ya no en la magnitud del pasado.