¿Se han puesto a pensar ustedes sobre cuál es el verdadero interés de lo que en Colombia llaman “la bancarización” y en Europa y USA el límite al efectivo?.
Desde hace varios años, desde cuando la venta de lo prohibido fue tomando auge, los gringos ordeñadores de todo signo $ comenzaron la campaña para que las transacciones monetarias se fueran haciendo por internet o al menos usando tarjetas.
Se le llamó el dinero plástico. La disculpa era que los pagos en efectivo facilitaban el lavado de los dineros recibidos por los productos condenados como ilegales o prohibidos por dañino, pero que alcanzan alto precio en el mercado. Los bancos aceptaron complacidos.
Mientras más digitalizaran sus cuentas y volvieran números a sus clientes, tenían oportunidad de ganar más dinero y de ahorrarse empleos de seres humanos onerosos. Pasado un tiempo y aumentadas las prohibiciones para pagar en efectivo, nos han demostrado que el hambre y la sed alcabalera de todos los que gobiernan en cualquier parte del mundo, ha resultado insaciable.
Toda gestión digital con dinero en los bancos deja huella y los cobradores de impuestos tienen una autopista para cobrar.
En otras palabras, el dinero que pagamos por tarjeta o transferencia bancaria digital se volvió dinero espía. En Colombia, donde cada vez hay menos cajeros humanos en los bancos, pero donde los mexicanos siguen pagando en rama la cocaína que vienen a comprar en situ, el efectivo sigue siendo el impulsor de la economía y como la mejor manera de introducirlo a las entrañas es a través del comercio, las ventas de los almacenes y los productos pagados en efectivo, lo facilitan.
Pagar con tarjeta o por transferencia bancaria deja huella para la Dian y para Wall Street de Nueva York y la City en Londres.
Recibir el sueldo por cajero automático, deja huella. Estamos esclavizados. Solo el efectivo nos permite todavía un asomo de la libertad que vamos perdiendo a pasos agigantados.