Se nos vino encima el nuevo año con un inusitado rebrote de la pandemia que tiene mucho que ver con la falta de responsabilidad social de miles de colombianos que por los más insólitos y descabellados motivos decidieron decirle no a la vacuna, como en su momento le dijeron no a la paz.
Se me dirá que la negativa a vacunarse es mundial, lo que es cierto, y nos pone de presente que el apogeo de la estupidez es universal, como lo muestra esa divertida película, donde se hace un retrato de nuestro presidente por parte de Meryl Streep, llamada “No miren arriba”.
Por ello quiero aprovechar esta última columna de 2021, para hacer un llamado a esa valerosa y ejemplar muchachada que enfrentó, a costa de heridos y muertos, a las fuerzas represivas del Estado que les declararon una guerra desigual y a mansalva, para que así como lucharon en las barricadas, se apresten ahora a votar por quienes sean garantes de un cambio de rumbo en el manejo de la administración pública, para que la misma sea un asunto de beneficio social y no una piñata de robo y corrupción para unos pocos.
Estamos a tres meses de tener en nuestras manos la renovación de un pacto social que elimine la economía de mercado como fundamento del modelo económico y gire hacia un distribución incluyente y participativa de la riqueza, generando mejor salud, educación, vivienda, trabajo formal y convivencia para todos los colombianos y colombianas que merecen el país que sueñan, quieren y construyen en lamentables condiciones.
Pero eso depende de que votemos masivamente por listas al congreso que no sean las mismas que legislan para los terratenientes, los dueños del capital financiero, los delincuentes de cuello blanco, los narcotraficantes y demás sanguijuelas que nos desangran.
Escojan los candidatos que representen la inclusión, el respeto, la dignidad y la alegría. Votemos por nuestros sueños y por los sueños de los que murieron por ellos.