El chisme es una cosa loca. Hay amigos especialistas en torear la lengua a los que hablan mas de la cuenta para saber de todo y luego salen a chicanear diciendo que solo ellos tienen la verdad y hasta le aumentan más a la historia y luego nos hacen quedar como un zapato diciendo el nombre de donde saco el cuento.
Hace poco leí un artículo que me pareció muy curioso. El tema central era mostrar un punto de vista menos dañino de los chismes y cuestionar la idea de que chismear es una práctica mal intencionada, mala y perversa. En cambio, decía, sí tiene varias funciones importantes en la comunicación porque interesarse por la vida de los otros hace parte de las relaciones entre las personas.
No es fácil adherirse a este enfoque pues muchos crecimos con la idea que hacer chismes afecta la imagen, la reputación y la dignidad de personas cercanas y también de las lejanas. De que no se debe hablar de otros si no se tiene certeza sobre la veracidad de la información y mucho menos añadir datos que no corresponden a la realidad. Estos actos resultan calumniosos.
Pero lo cierto es que esta práctica tiene un encanto. ¿Porque le gusta a tanta gente? ¿Por qué los disfrutamos? ¿Por qué el chisme es tolerado, aceptado y en muchos casos fomentado? Debe ser porque conversar sobre los demás responde a la necesidad psicológica de estar en conexión con otros. Es una manera de estar vinculado socialmente. Hace parte fundamental de las comunicaciones humanas. De hecho, gran parte de las interacciones ocurren en esa dinámica. Estadísticamente hablando, hacer referencia a lo que hacen, piensan y dicen las personas que nos rodean, estando o no presentes, representa un porcentaje alto de las charlas que tienen lugar entre ellas en la vida cotidiana.
Hay otras ventajas de los chismes. “El chisme relaja, desahoga, proyecta y además, divierte tanto a quien lo dice y como a quien lo escucha”, concluyen. Ser portadores de información novedosa y que además los otros están interesados en escuchar. Esto me evoca el interés que genera tener “una chiva”, descubrir que alguien hizo algo bueno o malo y además, en muchos casos añadir detalles para aumentar el impacto.
En muchos ámbitos, incluso tener buenos chismes da status.
El tema complicado es cuando estos son juicios que hacen mal de manera deliberada, están cargados de veneno o solo están orientados a descubrir las fallas de los demás y a alegrarse de la desdicha ajena. Este efecto lesivo vale especialmente en tiempos de redes sociales con las noticias falsas, equivalentes a los tradicionales chismes.
La próxima vez que tenga la tentación de chismosear lo pensaré muy bien.