La subida del acpm fue la excusa para que las élites organizaran su paro camionero con el que pretendieron emular un estallido social como el de 2021.
Por supuesto, fracasaron porque les faltó lo esencial: pueblo.
Eso y a pesar de que sus medios corporativos de comunicación hicieron coro para indignar a la gente, y de que los conductores de los camioneros grandes obligaran a sus pares de los camioneros medianos y pequeños para que pararan y bloquearan, pero estos últimos terminaron sentándose con el presidente a negociar los verdaderos problemas del gremio como la intermediación y precio de fletes.
Se quedaron viendo un chispero los que venían gritando “Fuera Petro”, en clave de golpe de estado.
La fuerza pública no les copió, y antes bien se lucieron dialogando y transportando a la ciudadanía bloqueada. Petro cumplió su palabra de campaña y en el breve paro de 3 días no hubo ni un muerto ni a nadie le sacaron los ojos.
Con ira reaccionaron cuando en su alocución televisada el presidente no se refirió al paro sino al hecho más grave sobre la compra del software “pegasus” con el que espiaron ilegalmente a miles de manifestantes hace tres años. Quedaron desubicados mientras el mandatario cocinaba un acuerdo, como el que había sucedido justo la semana pasada con los banqueros a propósito de las inversiones forzosas, demostrando que sí se puede conciliar en medio de las diferencias.
Ahora la misma ANIF (industriales y financieros) ha constatado que se está dando un giro histórico inesperado a favor de los pobres, pues su costo de vida está rebajando ratificando aquello de que 1´600.000 personas han salido de la pobreza en el último año. Aún así la andanada contra el gobierno sigue con la tesis absurda de que el Consejo Nacional Electoral puede enjuiciar al presidente, y con el ojo puesto en 2026 donde temen volver a perder.