El triunfo del Valle del Cauca en los Juegos Nacionales realizados en el eje cafetero es evidente y en consecuencia la alegría embarga los corazones de todos y cada uno de sus habitantes por cuanto defendió el mismo título obtenido en el 2019, demostrando así un trabajo permanente, cuidadoso y responsable del gobierno departamental en la promoción del deporte en las distintas disciplinas durante estos cuatro años que están por culminar.
Fue la más clara demostración de la recuperación de la ciudad de Cali como la “Capital deportiva de Colombia” y por supuesto del resto de la región en donde la práctica deportiva se alza de nuevo como una “tea al viento” pletórica de regocijo que une el sentimiento vallecaucano y revive la esperanza de un mejor porvenir y al mismo tiempo aleja los nubarrones que tienden a opacar los mejores esfuerzos de deportistas que luchan día a día por lograr los triunfos que hemos visto con inmensa alegría y aplaudimos con entera satisfacción al comprobar que cuando se trabaja con esmero, sentido de pertenencia, amor por la región y su gente, los resultados son tan satisfactorios que hacen olvidar los malos momentos de un pasado reciente y es la oportunidad para continuar en este camino trazado por los deportistas, hombres y mujeres, que desde ahora son ejemplo para las generaciones futuras y siembran la semilla de mejores oportunidades en la región.
Hacía mucho tiempo que no contemplábamos esta estela de triunfos sucesivos y nos da pie para reiterar desde estas páginas la necesidad de impulsar por todos los medios las prácticas deportivas desde la niñez hasta la edad adulta, de tal manera que esa inmensa masa juvenil avance hacia la prosperidad y el bienestar colectivo sin dejar un resquicio para que se desvíen hacia otros medios de supervivencia que dejan estela de sangre y violencia sin tregua y ciegan el espíritu para que, por el contrario, alcancen metas más grandes y satisfactorias que desembocan en el bien común de los asociados y se transforman en los vehículos perfectos para el logro de la paz y la convivencia.
Ver esos rostros llenos de alegría y satisfacción al recibir las preseas doradas, contagia hasta el más pesimista, lo que se traduce en beneplácito no solo personal sino también familiar y de carácter comunitario y queda demostrado una vez más que el deporte invita a la unidad, a la fraternidad, a la amistad entre los pueblos, urgidos hoy ante los desequilibrios que emanan de la lucha por el poder y la ambición.
Los deportistas vallecaucanos se convierten en un ejemplo espectacular para demostrar que sí se puede triunfar cuando hay voluntad, amor por la tierra, por su gente, por su región y especialmente cuando existe apoyo del gobierno de turno que ha cumplido con las promesas de su campaña hace ya cuatro años.
Es un momento grandioso para la región vallecaucana, que impulsa a continuar este proceso sin desfallecer, sino aprovechando cada día las máximas herramientas que se tienen alcance para hacer de la juventud vallecaucana un referente, digno de los mejores aplausos y realmente invencible en sus resultados.