El olvido en que se encuentra la vía Panorama, en el Valle del Cauca, es difícil de aceptar si se tiene en cuenta que esta carretera fue construida para aligerar el tránsito vehicular por la vía central. El objetivo era claro: disminuir la accidentalidad, prolongar la vida útil de la carretera principal y, por supuesto, mejorar la conectividad entre los departamentos del Valle del Cauca, Risaralda y el centro del país.
Se pensó especialmente para el tráfico de carga pesada, de modo que el transporte de pasajeros pudiera seguir fluyendo por el corazón del gran Valle del Cauca, permitiendo así un paso más eficiente hacia el puerto de Buenaventura a través de la doble calzada y minimizando contratiempos.
Esta troncal se extiende desde el municipio de Toro hasta Guadalajara de Buga, en el sector conocido como “Picapiedra”, bordeando el majestuoso río Cauca, que riega los extensos cultivos de caña de azúcar, plátano, millo, arroz y otros alimentos que abundan en esta hermosa geografía vallecaucana. El paisaje, adornado por frondosos guaduales, es fuente de inspiración y descanso para los miles de viajeros que transitan por allí.
Sin embargo, resulta inexplicable, inaceptable e indignante el abandono total en que ha permanecido esta vía por más de treinta años. Hoy, casi parece una antigua carretera de montaña sin pavimentar. Los huecos gigantes representan un peligro constante no solo por los accidentes que provocan, sino también por el grave daño que ocasionan a los vehículos, lo que a su vez genera trancones inesperados.
Invías parece haber olvidado que esta es su responsabilidad. No basta con bacheos ligeros que apenas duran una semana antes de deteriorarse nuevamente. Esta es una carretera vital para miles de personas que habitan en los municipios ribereños, por donde circula su producción agrícola. Más aún, es esencial para el transporte de carga pesada que conecta Buenaventura con la capital del departamento y con el resto del país.
El abandono ha sido tan prolongado que los habitantes de varios municipios afectados —pacíficos, tolerantes y pacientes durante años— se vieron obligados esta semana a cerrar la vía por varias horas como acto de protesta, con el fin de llamar la atención de los gobiernos regional y nacional. Solo entonces apareció una delegación desde Cali y de Invías, no para actuar de inmediato, sino simplemente para escuchar los justos reclamos de la comunidad. Se comprometieron a iniciar un bacheo temporal mientras se gestiona una reparación definitiva y duradera.
Parece increíble, pero es cierto: solo la movilización pacífica de la ciudadanía logra mover las sillas de los servidores públicos, adormecidos en la indiferencia. Solo así escuchan los reclamos legítimos y se evitan consecuencias peores, porque el deterioro de la vía Panorama no se detiene; al contrario, se agrava cada día, elevando los costos futuros de su recuperación.
Ojalá esta vez los ciudadanos sean realmente escuchados, y la llamada Troncal del Pacífico se convierta, al fin, en una verdadera “Panorama”. Que se cumplan las promesas, que no se escuden en campañas electorales venideras, que se asignen los recursos necesarios y que se eliminen de raíz las comisiones indebidas a terceros. Porque estamos, según dicen, en un gobierno de transparencia, responsabilidad y justicia.
Todo esto debe ser —y pronto— en beneficio de los centrovallecaucanos, cuya paciencia, como quedó demostrado esta semana, tiene un límite.