Es imposible detener el avance de las bandas criminales en el suroccidente colombiano sin contar con el irrestricto apoyo del gobierno central que tiene el mando sobre las Fuerzas Militares en su conjunto, porque no basta con adelantar consejos de seguridad, así sean extraordinarios, para continuar en la misma o peor zozobra, ya que no pasan de los mismos anuncios de aumento de pie de fuerza y pare de contar.
Es urgente para el Valle del Cauca hacer un llamado a todas las fuerzas vivas de la región con el fin de apoyar a la gobernadora Dilian Francisca Toro en su exigencia de apoyo por parte del gobierno central en la lucha contra la delincuencia organizada que está más fuerte que nunca, después de la orden de cese bilateral del fuego, aprovechado más bien para rearmarse que en la búsqueda de un acuerdo de paz.
La gravísima situación de inseguridad, trae consecuencias fatales para la inversión, el trabajo tranquilo en la región, la movilidad en las carreteras, la atracción turística, entre otros muchos problemas, tales como el desplazamiento, el confinamiento, todo lo cual, tiene en ascuas a los alcaldes, con el poco presupuesto que manejan y el mínimo respaldo oficial de orden nacional.
Es inaudito, increíble e indignante, tanta zozobra sembrada por los enemigos del orden y de la paz, mientras que gastan millones y millones de pesos en las mesas de trabajo que no avanzan en ningún sentido.
Es una vergüenza que Tuluá no pueda realizar su tradicional Feria Exposición, la que es aprovechada cada año por cientos de comerciantes de todo tipo de artículos y servicios, para hacerse a unos pesos y que, especialmente en este 2024, esperaban con ansias para salir de la crisis económica que ha acentuado la inseguridad rampante.
Causa impotencia que el anunciado apoyo del gobierno nacional para atender esta problemática no se vea ni se sienta. Es inconcebible que en la parte media de la montaña de Guadalajara de Buga, sus habitantes sienten el paso de los subversivos que se creía, se habían acogido al proceso de paz.
Es prioritario rodear a la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, en su preocupación por el rescate de la región de las garras de la violencia que impide o detiene el desarrollo normal de la vida diaria.
Pareciera que la región estuviera entre la espada y la pared, semiparalizado y solitario, sin el poder suficiente para enfrentar la violencia que crece como una bola de nieve, ante la infructuosa capacidad de las autoridades para derrotarla.
En medio de ese escenario dramático y desolador, vemos con cautela y un moderado optimismo los acercamientos entre el gobierno del presidente Petro y los líderes de la banda delincuencial La Inmaculada que, aún acorralada por las fuerzas del orden, siguen incidiendo en la cotidianidad promoviendo delitos de alto impacto como los homicidios y la extorsión, esta última con un crecimiento en los últimos meses.
Es vital que si esos acercamientos pasan a una mesa formal de diálogo, se corrijan los errores de estos procesos para que al final, el objetivo de lograr la paz sea una realidad. Ojalá que esas negociaciones sirvan para que en Tuluá cese el clima de inseguridad y zozobra que hoy impera.