Hemos visto en las últimas semanas innumerables accidentes de tránsito, no solo en Tuluá sino en diferentes municipios de la región.
Estos percances no son exclusivos de las principales vías del departamento, en carreteras terciarias y principalmente en calles y carreras de nuestras poblaciones, los siniestros viales han dejado centenares de personas lesionadas y, sobre todo, decenas de víctimas fatales.
¿Qué hacer, falta mayor control, más autoridad o aún más pedagogía? Son interrogantes que nos hacemos, porque a diario se registran estrellones en cruces viales.
Son diversas las aristas que debemos tener en cuenta si queremos llegar al nodo del asunto, que es disminuir la accidentalidad, especialmente en lo que respecta a motociclistas. Una de ellas, la parte pedagógica.
Creemos que en el país o al menos en las principales vías del departamento, se hace mayor énfasis en el comparendo que el tema educativo, prueba de ellos son los radares o sistemas que se instalan para controlar el exceso de velocidad de los vehículos.
El lío no está en el artefacto, sino en la posterior utilización que se le da al mismo, que desemboca en un comparendo, en una cuantiosa multa económica.
En el área urbana, por lo menos en Tuluá, hay ausencia de campañas educativas permanentes en lo relevante al respeto por las normas.
Nos hemos quedado solo en la parte represiva y no se les da más énfasis a las políticas pedagógicas. Es cierto que se realizan algunas campañas en ese sentido, pero no son permanentes, son esporádicas, y la excusa no debe ser el limitado número de agentes, menor de 22, que deberían estar en la calle, controlando el tránsito, en el centro, hablando y orientando a los actores viales y luego sí, que se entre a lo represivo.
Por ende, uno de los aspectos que más incide en la accidentalidad es la falta de cultura vial de muchos conductores. No conocemos las normas de tránsito y no las aplicamos.
Y qué decir de la falta de tolerancia. Todos quieren llegar rápido. Hay quienes no respetamos los semáforos y muchos menos a los peatones a quienes se quieren llevar por delante.
Además, es evidente la falta de respeto por la autoridad, prueba de ello es que en menos de un mes dos agentes de tránsito fueron víctima de atentados a bala, acciones criminales que pudieron acabar con sus vidas, que refleja la incultura de la agresión que desemboca en reiterados actos de intolerancia y, en especial, la ausencia de cultura ciudadana que está padeciendo la región y el país entero.
Nada justifica las agresiones contra estos funcionarios y menos aún que personas de familias reconocidas y tradicionales la emprendan a golpes a escasos metros de la propia alcaldía contra uno de estos servidores públicos.
Así que es toda una amalgama de hechos, circunstancias y aspectos que se deben corregir o tener en cuenta para hacer de la nuestra una ciudad más amable.