Es así, como ahora precisamente, estamos bloqueados en la vía hacia el puerto de Buenaventura, donde una y otra vez se protesta, por el presunto incumplimiento de las promesas del gobierno en relación a sus necesidades insatisfechas.
Viajar hacia o desde este puerto vallecaucano se ha convertido en un riesgo y una aventura, puesto que se piensa si de un momento a otro, habrá otro bloqueo.
Y entonces, vemos bloqueos, porque sube la tarifa en un peaje cualquiera, bloqueos por que se aproxima el alza en los combustibles, bloqueos porque no se expide el SOAT con la rapidez requerida, bloqueos porque suben los servicios públicos, bloqueos porque no hay servicio de agua potable, bloqueos porque no se deja sembrar la hoja de coca, en otras palabras, vivimos en un país bloqueado, sitiado, en donde se ha descubierto que la mejor arma para que la administración pública cumpla con sus promesas, son las vías de hecho, la violencia, la presión, así se obstaculice el tránsito de la mayoría de la gente que se moviliza por las carreteras nacionales.
No puede ser posible que el gobierno haya dejado coger tanta fuerza a esta novedosa modalidad de presión, que perjudica notoriamente a la mayoría de la población viajera, trabajadora, en particular al servicio de transporte de carga y pasajeros, que cargan con las peores consecuencias de esta situación anómala e injusta, desde todo punto de vista.
Y lo peor de todo es que a nadie se castiga por la participación en un bloqueo, es como si esta medida de hecho, de fuerza e intolerancia, fuera normal y legal.
Ya existe en la conciencia nacional, un sentimiento de temor cuando se piensa viajar por las carreteras del país y lo primero que se piensa y se dice es “vamos a ver si hoy nos bloquean” mientras que el viaje se convierte en un enigma, un riesgo, una aventura, lo que atenta contra el derecho de la libre movilidad.
Aquí, caben dos posibilidades: el gobierno adelanta las obras exigidas por la comunidades con la presteza requerida o se legisla para imponer los castigos y penas aplicables a quienes promueven y participan en esta clase de protestas que tienen en ascuas a los transportadores, que temen por sus vidas a cada paso que encuentran bloqueado, en su diario trajinar.
No podemos continuar en esta incertidumbre, cuando salimos por las carreteras del país, a lo que se agrega el miedo que se tiene cuando se transita a través de un puente, por el temor de que se caiga de un momento a otro, por falta de previsión gubernamental, tal como ha sucedido en tiempos cercanos.
Sin olvidar que cuando el invierno arrecia, también se presentan los derrumbes, denunciados de antemano por la misma comunidad, sin que se tomen las medidas necesarias para evitarlo. Ojalá, que con la sequía que se avecina, las comunidades, por falta de agua potable, no bloqueen desde ahora el país.