Estamos viendo un presidente que se mueve como Jefe de Estado, en ocasiones, y se comporta como agitador de masas, en otras, especialmente cuando algunas de las ramas de poder público no está de acuerdo con sus posiciones doctrinarias, poniendo así en tela de juicio sus actuaciones y al resto del país en permanente confrontación.
Está comprobada su gran capacidad oratoria y su precisa forma de tocar el corazón de las personas más vulnerables, sobre todo al enfrentarlos con las clases más pudientes y poderosas y en escenarios muy especializados domina los temas con coherencia y conocimiento de la historia.
Sin embargo su popularidad es cada día más débil ante la opinión pública, porque no se entiende que un presidente de la república continuamente se ampare en su capacidad de convocar al pueblo para protestar, marchar y convulsionar las plazas públicas, mientras la paz, que es su bandera principal, está, esa sí, totalmente desquebrajada, enredada, distorsionada a lo ancho y largo del territorio patrio.
No pasa un solo día, en que las autoridades den cuenta de un acto violento de los cientos de grupos armados que pululan en uno y otro lado, mientras sospechamos que el Ejército y la Policía, se mantienen con las manos semi-atadas y en un vaivén de órdenes y contra órdenes presidenciales, que obliga a no usar las armas cuando de marchas que lo apoyan se trata, sin pensar en los posibles desbordamientos que puedan presentarse.
Los empresarios se encuentran desconcertados, los comerciantes en la incertidumbre y los sectores de salud y obras públicas en una inquietante espera de soluciones prácticas, mientras los congresistas aprueban las reformas propuestas a “medias y sin zapatos”.
Nunca antes en la historia se ha visto la presencia de operativos policiales y del ejército de tal magnitud, como la de la capital del Valle del Cauca, y sin embargo, a pocos kilómetros hay un pueblo, como el de Jamundí, entre el temor y el miedo, como consecuencia del accionar de los violentos.
Y la carretera Panamericana se viste de sangre en cualquier momento, como si los delincuentes se apoderaran de esta vía Pasto-Popayán-Cali sin importar un pepino la ley y el orden.
Y en medio de tantas contradicciones, se presenta la convocatoria para una marcha el próximo 23 de octubre en plena reunión del COP 16, como quien dice, para que el mundo entero sepa que hay aquí un presidente acorralado por un posible y presunto “golpe de Estado” inexistente, como lo reitera en todos los escenarios posibles, seguramente que este encuentro “verde” le será propicio para ampliar estas consideraciones, alrededor de un tema que domina con solidez, como es el del cambio climático.
Y parece ser, que todo estuviera programado para que así suceda, si tenemos en cuenta que fue Cali y la región Pacífica en donde, como candidato, tuvo amplia mayoría y fue en esta tierra, en donde tuvo su mayor presencia la llamada “primera línea” durante el estallido social.
En otras palabras, no tendrá el señor presidente, un mejor escenario para informar a los representantes de más de 180 países, acerca de sus propuestas de transición energética, el “ inexistente” golpe de Estado y el paquidérmico proceso de paz.
Esperamos que de una vez por todas, se presente como el Jefe de Estado, llamando a la paz y la unidad.