El caso descubierto esta semana sobre la candidata a la alcaldía de Cali, Catalina Ortiz, demuestra una vez más la imperiosa necesidad de dar un giro de ciento ochenta grados a las diferentes maneras de hacer campaña política en nuestro país, donde debe primar la verdad, antes que el engaño, la mentira y toda clase de artificios, que desde hace muchos años permean a la clase política y eso le ha ocasionado su propio hundimiento, convirtiendo la contienda electoral en una carrera desenfrenada por lograr el poder, pasando por encima de todo lo que se le atraviese, con tal de alcanzar el éxito.
Pues bien, el caso en comento, da pie para que se reflexione detenidamente sobre la política local y nacional, pero muy especialmente acerca de la forma de acceder al poder, y es más urgente, cuando se pueden utilizar los modernos medios de comunicación social para destruir de un tajo a los contrincantes, como también para inventar situaciones inexistentes en la vida real.
El montaje de la candidata caleña, ojalá sirva para replantear las campañas electorales, pues a primera vista se nota que las viejas y condenables costumbres no han cambiado, solo que ahora se visten mejor para engañar al público, utilizando los modernos medios de comunicación con una rapidez nunca antes vista, así que quien tiene la información tiene el poder.
No se ha entendido a cabalidad, el daño ocasionado que hace a la democracia, todas esas patrañas basadas en la mentira, el engaño, y la calumnia utilizada para derrotar a los opositores y ojalá que los nuevos aspirantes decidan de una vez por todas dejarla de lado.
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Tal como lo han manifestado desde distintos sectores, es condenable estas actuaciones de los aspirantes y sus asesores que, por supuesto, van en contravía de lo que proponen para ganarse la aprobación popular.
Era de esperarse que, al descubrirse la patraña, el resultado no hubiese sido el esperado, sino se convirtiera en un boomerang que le hace mucho mal a la propia candidata y es muy posible su “autoeliminación” política.
Es bastante el camino recorrido en nuestro país, en la lucha por cambiar las pésimas costumbres politiqueras, que han minado la fortaleza de la democracia y de la institucionalidad, lamentablemente, parece ser, que todavía falta camino por recorrer, tal como se presentan los actuales acontecimientos, en donde prevalece, el uso inadecuado de los modernos medios de comunicación.
Se desprende, por consiguiente, la actitud de vigilancia inmediata por parte de las autoridades electorales competentes, para prevenir que aumenten estas modalidades nefastas que atentan definitivamente con el buen transcurrir de las jornadas electorales y es un llamado de atención para la gente joven que se aproxima a ejercitarse en la política, para que no copie todo aquello de los viejos tiempos, como cuando se cambiaban votos por la teja y el cemento y hasta el pan de cada día, lechona y empanadas. No puede el país nacional continuar aceptando semejantes actitudes antidemocráticas desde todo punto de vista.
Ojalá que impere la verdad y nada más que la verdad, en las ideas, en las propuestas, en sus objetivos reales, para que se logre la sana convivencia tan anhelada por todos los colombianos.