El comercio ha sido uno de los sectores más golpeado desde la pandemia del año 2021 hasta nuestros días y necesita un gran esfuerzo y bastante imaginación para recuperarse de los azotes recibidos en un momento de incertidumbre como el que vivimos actualmente, cuando los hechos nos sorprenden día tras día y no se vislumbra una luz después del túnel que atraviesan miles de comerciantes que han caído en la desesperanza.
Los acontecimientos que por ser lejanos, pareciera que no repercutieran en el entorno comercial han cambiado repentinamente y se cumple con mayor certeza lo que algún día no lejano dijo un pensador sobre la “aldea global” que ya estamos viviendo y los afecta de una u otra manera.
Recordamos aquí la iniciación de la guerra de Ucrania, el estancamiento de los contenedores en los puertos internacionales, para llegar a nuestro territorio con el estallido social, el paro nacional y ahora bajo un gobierno con tendencia de avanzada que se une a otros países como Chile y Bolivia para ir en contravía de la mayoría del hemisferio occidental que han condenado el terrorismo en todas sus manifestaciones. Los índices de crecimiento del sector comercial son relativamente bajos, para no decir que nulo y paradójicamente es este sector el más llamado a poner un toque de entusiasmo y optimismo a la comunidad en general en esta época que se aproxima, cuando las calles se ven abarrotadas de gente que celebra las primeras fiestas de fin de año y quieren adquirir todas aquellas pequeñas cosas que han soñado y para tal fin es necesario que se vea en las vitrinas de los almacenes las mejores prendas de vestir a los mejores precios y toda clase de ofertas atractivas para mover el bolsillo de los usuarios, sin caer en el excesivo consumo que no es apropiado para nadie.
Tuluá se ha distinguido a través de los años por la robustez del comercio, es su fuerza, es su pasión, es un sentir que se lleva en el “corazón” y recordamos como hace algún tiempo, la gente de los municipios más cercanos, acostumbraban hacer sus compras navideñas en la Villa de Céspedes y ese era el máximo orgullo “comprar en Tuluá”.
Pues hay que volver a sentirnos orgullosos, recuperar esta magnífica imagen del pasado y sacar a relucir toda la imaginación posible para atraer a los clientes, hacer del municipio una fiesta, en donde reine la alegría propia de nuestra idiosincrasia, que las sombras de acontecimientos negativos desaparezca del terruño y sembremos nuevas modalidades de solidaridad. Es necesario volver a creer en el empuje comercial que nos legaron los ancestros y debemos aprovechar todas las nuevas herramientas tecnológicas que nos brinda el mundo moderno, acercar los clientes y ofrecer los mejores productos con los máximos estándares de calidad , no hay una mejor forma de satisfacer las exigencias de los consumidores que conocer a fondo qué es lo que más necesitan, estar dispuestos a atender cumpliendo con todas las formalidades del caso.
El comercio tiene el máximo reto de hacer que la gente crea en el esfuerzo de los empresarios, emprendedores y toda la muchedumbre de vendedores y vendedoras que esperan esta temporada para mejorar sus ingresos que repercutirán en un mejor nivel de calidad de vida.