Esta semana se presentó un debate, aún sin terminar, sobre la controvertida canción +57 de varios artistas antioqueños que en principio, según sus propósitos, buscaban la unidad nacional, pero cuyo resultado, a pesar de su escalamiento económico y artístico, se convirtió en una seria discusión acerca de la explotación sexual de los menores de edad.
El primer significado general de la población se interpreta como la sexualización de los niños, niñas y adolescentes, según la letra de la melodía reguetonera, que invita a un querer normalizar la explotación sexual de los menores que como se conoce, sucede especialmente en Medellín, en donde se ha concentrado el mercado de los menores de edad víctimas de la explotación sexual, cuyos patrocinadores son detenidos y judicializados en forma permanente y ha conducido a una serie de crímenes de extranjeros y nacionales, supuestamente involucrados con este mercado delincuencial, asociado al tráfico de estupefacientes.
Ante el rotundo rechazo de la letra considerada muy inapropiada, cuando se refiere a la utilización sexual de niños y niñas de 14 años, los compositores optaron por cambiar la edad y escribieron “de eihgteen years” es decir, que se refiere a los menores de edad con 18 años cumplidos, lo cual fue considerado como “cínico” puesto que allí no reside el meollo del asunto.
Estimamos que los artistas reflejan en su canción una pérfida situación que se presenta en Colombia, especialmente de la capital antioqueña, que no es un secreto, problema al cual se enfrenta con decisión el actual gobierno regional, pero no puede aceptarse se utilice como un instrumento de normalización de tal situación, por principio en contravía de una sociedad que quiere rescatar los valores perdidos desde hace varios años y especialmente cuando en el año 2023 se presentaron 2.500 casos de violencia y explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, y solamente en el primer semestre del presente año sumaron 787 casos.
Nadie, en sus comentarios, ha querido estigmatizar el reguetón, pero lo que exigen es un mayor respeto por la familia, por los niños, que bajo el sofisma de la libre expresión, se cae en el libertinaje, sin tener en cuenta el mínimo de ética, de valores, queriendo aupar un comportamiento decididamente perjudicial para la sociedad.
Altísimo brillo han dado al país los artistas paisas, se les abona sus capacidades creativas y su ascenso en la esfera artística nacional e internacional, lo que no los habilita para hacer lo que les venga en gana destruyendo la base de la sociedad colombiana. Si estamos viendo lo que se denomina la “sociedad de cristal” ¿qué será en el futuro próximo de los niños y niñas, creciendo totalmente en un entorno de acoso, abuso y explotación sexual desenfrenado y criminal? .
Estamos seguros de la sensatez de nuestros artistas y esperamos que reflexionen sobre los temas futuros a considerar, porque el reguetón es más que solo “urbano” y lo “urbano” es más que la sexualización de los más pequeños y no basta con vender, y satisfacer las ambiciones de los mercaderes del vicio y de la muerte.