Los efectos en la economía nacional causados por la pandemia, la esca-sez de contenedores, el temor de gran parte de la población a usar aplicaciones tecnológicas para sus compras, pagos o emplearse desde casa, y los bloqueos de las vías en las protestas de meses anteriores, determinaron un incremento en la inflación que acompañado del precio de las divisas, pareciera que el aumento del salario mínimo no ayudó al poder adquisitivo de los colombianos.
Sin embargo, a largo plazo y cuando se normalicen los indicadores económicos con un dólar a la baja, operaciones portuarias regulares y la población en general alcance la inmunidad de rebaño, cabe la posibilidad de que empiece a sentirse el mayor flujo de capitales en el consumo de las personas, que hoy han ido poco a poco cediendo al uso de las herramientas tecnológicas para el pagos en línea de bienes y servicios, preocupándose cada vez más por actualizarse dentro del mundo de las operaciones con apps.
El esfuerzo que han hecho los gremios en Colombia para ajustar el salario mínimo legal a dos dígitos, refleja la enorme solidaridad con la población en general, ya que contribuye de forma digna a la posibilidad de sobrellevar, de momento, la pesada carga del sostenimiento de las familias del empleado actual; una que se espera se aliviane con el paso de los días cuando llegue la abundancia de productos, lo que por efecto conllevaría a un menor costo en los productos de la canasta familiar.
Quienes piensen en adquirir vehículos, lo mejor sería esperar a que el dólar baje y las operaciones en puerto estén al nivel óptimo, causando del mismo modo la posible baja en sus precios de adquisición.