Fue uno de los mensajes que publicó en sus respectivas cuentas el Jefe de Estado, después de conocer el saldo de nueve soldados asesinados en un cobarde atentado criminal de integrantes, al parecer, pertenecientes a una de las estructuras del ELN en el departamento de Norte de Santander.
Precisamente con esa organización al margen de la ley el Gobierno Nacional está adelantando una ronda de negociaciones con el ánimo de encontrar caminos que conduzcan a la anhelada ‘paz total’, que es uno de los principales propósitos del presidente Petro.
Decían los viejos, “desde el desayuno se sabe lo que será el almuerzo”. Qué sabios y no necesitaron ir a una universidad o pagar costosas maestrías para ese tipo análisis.
El común de los sentidos y la misma historia de nuestro país, nos ha demostrado que en Colombia los acercamientos o intentos de paz tienen muchos enemigos y uno de los más importantes, son los mismos actores del conflicto armado.
No puede ser que cada que hay acercamientos con la guerrilla del ELN siempre ocurran hechos similares como el de Norte de Santander.
Mientras en la mesa de negociación hablan de su interés por terminar el conflicto, en las regiones, la realidad es otra, porque las balas manchan con sangre lo que quieren acordar esos supuestos ‘voceros’ que en la práctica parecieran no representar a nadie.
No hay derecho a que se siga derramando la sangre de soldados y policías colombianos en los campos y calles de nuestro país.
Claro, sabemos que lo que se está negociando para cesar las hostilidades tiene un carácter político, económico, hay mucho en juego, pero mientras tanto, se recrudecen las acciones violentas llevando caos y zozobra, menoscabando la poca confianza que algunos connacionales aún guardan con este tipo de procesos o acercamientos.
Por eso hablar de paz no es fácil. La única paz verdadera nos la proporciona el Creador, lo demás son intentos banales, de los que muchos sacan su propio provecho.