El término cultura es polisémico. Una de sus acepciones, establece que ésta se entiende como un conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres, que caracterizan a un pueblo, a una época determinada…; dichas costumbres se fomentan por medio de la lectura, del estudio y del trabajo.
De esto se desprende que la cultura, además de ser un término polisémico es complejo y, por tanto, disciplinas como la historia, la sociología, la educación, entre otras, se ocupan de su estudio. Dada la multiplicidad de aristas que comporta la cultura, de manera breve me ocuparé de las tradiciones y costumbres de nuestro medio.
Es indudable que tenemos tradiciones diversas y ricas, entre ellas el Carnaval de Barranquilla, El Carnaval de Negros y Blancos, las Procesiones de Semana Santa de Popayán, la Feria de Cali. Estas potencian la visibilidad de las regiones que las celebran y desde luego, la del país en general.
Además, generan empleo y divisas, que se perciben gracias al flujo de turistas que aquellas convocan. En cuanto a las costumbres, entendidas como la manera habitual de actuar de una persona, animal o grupo, que se consolidan por un acto recurrente, se puede decir que afortunadamente contamos con buenas costumbres.
Así, muchas personas se levantan temprano para llevar a sus niños al colegio. Sin embargo, con el debido respeto considero que existen otros hábitos que se deben eliminar. Por ejemplo, algunas personas arrojan basuras al piso, generando con esto, desorden, malos olores y la proliferación de roedores y de insectos.
Otros individuos, en los medios de transporte público no ceden sus sillas a ancianos o a mujeres embarazadas. En las entidades que requieren hacer fila para ser atendido, no faltan los “colados”, que, aludiendo un sinnúmero de excusas, pretenden posicionarse en los primeros puestos de la cola.
En un sentido similar, en ciudades grandes, los taxistas, aprovechando el desconocimiento de dichas urbes por parte de los visitantes, prolongan los recorridos para cobrar tarifas más altas. En sitios turísticos, ciertos restaurantes cobran precios exorbitantes a los turistas.
Se podrían mencionar más casos similares a los descritos, pero la idea es llamar la atención a nuestros connacionales para que contribuyamos a cambiar estas malas prácticas; de este modo, mejoraremos la seguridad y la calidad de nuestras vidas y las de aquellos que nos visitan. Un turista bien atendido, siempre regresará a nuestra tierra.