La mayoría de los padres de familia que buscan colegio, lo primero que hacen es indagar en un navegador los mejores colegios, según las pruebas Saber 11°, y aún cuando este sea un criterio de búsqueda válido, ello no resulta útil para todos los niños a la hora de enfrentarse a su contexto. Esto sucede porque cada ser humano es único, tiene metas y esperanzas diferentes, o ha sido criado de manera distinta.
Entonces, ¿cuál es el mejor método para hallarlo?
Paso uno: autoevaluarse en familia y determinar si el perfil de su representado va en consonancia con alguna institución educativa. Establecer el ambiente donde se potencie su talento y haya sintonía con su esencia humana, para que ninguna de las partes entre a reñir. Por ejemplo: es mejor ingresar a un hijo con dotes de artista a un colegio con énfasis en ello.
Y paso dos: hay que reconocer fortalezas y debilidades del educando, y si hay más de las segundas, es improductivo llevarlo a un colegio reconocido por su tradicional exigencia académica superior, cuando nunca lo ha logrado; por lo que seguramente terminaría sintiéndose infeliz a diario y desencadenar en él o ella un complejo de inferioridad, entre otros.
Si ese fuese el caso, allí lo que se debería hacer es buscar una institución con énfasis pedagógico en constru-ccionismo social donde logre superar sus limitaciones con el apoyo de los demás en el aula en la medida que avanza en su formación.
Ahora, si el caso es sobre un educando con necesidades especiales educativas, convendría ingresarlo a la que mejor sabe hacerlo con este tipo de población, y no necesariamente en la que tenga el puntaje más alto en el ICFES.