Decidir qué medio de transporte se ha de elegir para desplazarse de un sitio a otro, es un asunto que depende del gusto y del presupuesto personal, pero seleccionar una universidad para cursar una carrera es mucho más complejo.
Desde luego, en los dos escenarios y en tantos otros que se presentan en la cotidianidad, uno tiene la libertad de elegir la ruta deseada. No obstante, cuando se trata de asuntos complicados, no resulta fácil tomar decisiones porque muchas personas carecen de la fundamentación requerida para identificar la vía apropiada.
Es aquí donde los nudges (empujoncitos), como sostiene Sunstein en su libro Sobre la libertad pueden ser de utilidad. Un ejemplo de un nudge es el GPS, que solo señala la ruta a seguir, dejando al usuario la decisión de ceñirse a ella o de optar por otras alternativas.
Esta es una ilustración sencilla, pero como ocurre con el ejemplo de la carrera presentado líneas atrás o con otros entornos confusos, entre los que, siguiendo a Sustein se pueden mencionar: la solución de conflictos… la cuestión se torna difusa.
En estos casos, el mencionado autor reporta que muchos objetan los nudges por una razón: el miedo al gobierno, temor que se incrementa cuando un país es regentado por gobiernos corruptos.
En estas circunstancias, ¿sería pertinente recibir empujoncitos de líderes corruptos? Por supuesto que no.
Estos contextos difíciles, todavía no se pueden abordar de manera satisfactoria con los nudges, dado que, en estas áreas, su implementación se encuentra en fases preliminares, sostiene Sunstein.
En todo caso, los empujoncitos pueden cumplir un papel interesante, que se puede mejorar si los individuos investidos de conocimiento y de ética, colaboran con aquellos que requieren algún tipo de orientación para encontrar el rumbo apropiado.
La idea es que los nudges han de permitir a la gente elegir sin presiones para que se puedan dirigir a donde ellos deseen.