No sé en este momento expresar mi tristeza, ver como dos hermanos de patria, que deberían estar unidos por el bien de los suyos, son capaces de asesinarse, robarse y violentarse, ¿Cuándo será el momento que nosotros los colombianos tengamos respeto por los de nuestra patria y sangre? ¿Llegará el momento, en el que los politiqueros de oficio luchen por beneficiar al pueblo y no por expandir sus bolsillos? Recuerden que nada se van a llevar, de todo lo que se roban de nuestros impuestos, ¿Cómo es posible que se roben plata para los necesitados en la Guajira? ¿Dónde están las enseñanzas de las familias a estas personas sin una pizca de decencia humana? Colombia debería declararse en estos momentos un estado fallido, en los 205 años que tiene nuestro país, no han logrado detener la violencia, el campesino sigue siendo despojado, el ciudadano asesinado y el que llega a pensar diferente termina con una bala incrustada en su cuerpo.
Esto no es solo un error de las autoridades, nosotros los ciudadanos, los que deberíamos llenarnos de sentimiento mientras escuchamos el himno, somos capaces de darle una “liguita” al agente de tránsito para que no nos ponga un parte. No es la primera vez que lo digo en la columna, hemos fracasado y es hora de cambiarlo, es hora de sentir orgullo por ser tulueño, por ser colombiano, por ser una persona con ética y moral, no uno más de los que colaboran para destruir el poco país que nos queda.
Invito a todos los lectores a pensar en el futuro que quieren dejarle a sus hijos, nietos y demás generaciones.
Esta columna está especialmente dedicada a los buenos hombres y mujeres de la nación, que lucharon hasta la muerte por un mejor país y que por uno u otro motivo terminaron bajo tierra, asesinados por su propia patria.