En un país en donde la extorsión como método de control ciudadano se ha generalizado tanto, y en tantas regiones del país, hasta el punto que muchos prefieren volverla cotidiana y llamarla vacuna, (porque si se paga, ayuda a sobrevivir), nada de raro tiene que los políticos le hayan rebajado peligro y malignidad y la usaran como chantaje para obtener los réditos que el razonamiento y el consenso no otorgan.
Como amenazar asustando ha sido una metodología que el presidente Petro ha utilizado tanto para ser candidato triunfador igual que para gobernar, el país ha visto como en su gobierno institucionalizaron el chantaje para obtener los triunfos políticos que no consiguen de manera menos chocante.
Porque chantaje es oir al ministro del Interior, el ponderado Cristo, amenazando conque si no le aprueban las reformas políticas que el gobernante le ha propuesto al Congreso convocarían entonces una Asamblea Constituyente, a la que le tienen tanto miedo los políticos y los empresarios.
Midiendo con la misma vara, chantaje es la amenaza que hace el brillante aunque muy maleducado ministro de Educación cuando amenaza conque si el Congreso no le aprueba al gobernante su pretendida reforma tributaria para imponernos más impuestos a los colombianos, al presidente y a sus ministros dizque no les quedará más remedio que cerrar el Icetex y dejar colgados de la brocha a casi medio millón de estudiantes que financian sus estudios universitarios a través de esa entidad.
Y chantaje es , desde el más allá a la interioridad del gobierno Petro , el que ha ejercido de manera tan grotesca, pero muy inteligente, el benemérito Armando Benedetti cuando logra ser reencauchado dentro del aparato de la Casa de Nariño pese a sus delirios tremens, sus verdades groseras y sus amenazas de contar lo que parece que solamente él sabe.
Es el cuatrenio del chantaje en todas las direcciones, de aquí para allá y de allá para acá.