“Se murió con la de él” es una frase que usamos de manera permanente los que hablamos de fútbol y la aplicamos para decir que un técnico se la jugó con una nómina o una estrategia en búsqueda de resultados.
Hoy la traigo a colación para referirme a los alcaldes de esta región del Valle, quienes a esta hora deben estar revisando sus equipos de trabajo y proyectando los ajustes necesarios, pues algunos se han quedado rezagados y lejos de la realidad de sus territorios.
En el caso de Tuluá, donde ya el alcalde solicitó desde hace algunos días las renuncias protocolarias, creo que deben darse cambios en algunas dependencias para de esa manera lograr el revulsivo que se requiere y darle una dinámica distinta a la mostrada en el primer año de gestión.
No puedo desconocer que el 2020 fue un año difícil como lo será seguramente el que apenas comienza, pues el covid-19 minó las fuerzas e hizo que algunos secretarios de despacho vieran la pandemia como una oportunidad de mostrar el talante y otros por el contrario, al estilo del avestruz, terminaron con la cabeza enterrada en la arena esperando a que el peligro pasara.
Ese análisis seguramente lo tiene el alcalde John Jairo Gómez Aguirre y por ende debe estar mirando las alternativas que existen sobre la mesa para llevar algunos coequiperos que le sigan el ritmo y entiendan que en la función pública se requiere, además de voluntad, la pasión de la que habló el mandatario cuando el 31 de diciembre los presentó en el coliseo de Ferias, pasión que a decir verdad a algunos no les brotó o se les nota poco.
Aunque reconozco que en ocasiones o casi siempre los gobernantes se ven maniatados porque a esos cargos llegan las personas por compromisos políticos. espero que en el caso de Tuluá y los municipios de la región ese condicionamiento no de al traste con los reajustes a los equipos de trabajo, pues ya la carrera para poner esta nota en términos ciclísticos empieza a llegar a las etapas de subida y por ende los coequiperos deben tener buen aire en los pulmones y un corazón pleno para que las piernas no flaqueen y el líder no termine pinchado en la carretera.