Debo confesarles que por lo general soy una persona tranquila, que siempre trata de mantener la compostura y la tranquilidad aún en los momentos más complicados y con un positivismo a flor de piel, pues siempre he creído en Lucas 18:27 una de las promesas bíblicas más alentadoras:” Lo imposible para los hombres, es posible para Dios”.
Pero a pesar de esa fe que me acompaña y que he aprendido a reforzar en los últimos años, la que termina fue una semana difícil, pues he sentido temor frente a la temible pero anunciada expansión del covid, expansión que no es culpa de los gobernantes, sino de nosotros que nos creímos inmortales y por necesidad, placer o necedad desafiamos las autoridades y sus disposiciones.
Y es que el coronavirus que en marzo de 2020 veíamos lejano ya está más cerca de lo presupuestado. Esta semana hemos visto partir a muchas personas conocidas en los medios, en la política, en el deporte, líderes comunitarios, pero que son solo unos pocos de los cientos que el mortal virus se ha llevado en silencio, pues como bien lo dice el médico Felipe José Tinoco, gerente del hospital Tomás Uribe Uribe estamos asistiendo a las muertes anónimas, personas que fallecen en las UCI y que son despedidas por unos cuantos familiares, sin velorios y sin esperar a los que hacen largos viajes desde el exterior para despedirlos.
El covid-19 se encuentra desde marzo entre nosotros, solo que ahora se ha acercado mucho más y sus tentáculos amenazantes se pasean por las calles, en las filas de los bancos, en los supermercados y en todos los lugares donde haya aglomeración de personas.
Por esa razón el mensaje es el mismo de siempre cuídate y cuida a los tuyos. Lávese las manos, mantenga la distancia social, use correctamente el tapabocas y si le es posible quédese en casa y lo más importante, cualquiera que sea su creencia religiosa, haga una oración por los que han partido, pero en especial por aquellos que hoy están en los hospitales, en sus casas padeciendo la enfermedad, pero de manera especial por quienes tercamente cerraron sus mentes y creen que estamos ante un juego.