En lo que sí no se puede coincidir es que las prácticas de Bukele sean brillantes y beneficiosas para la nación que gobierna, y menos un ejemplo para sus vecinos latinos.
Si bien hoy las cifras de delincuencia dicen que han bajado, la consistencia de la política pública (si es que la hay) para bajar estos índices es tan deficiente como la de un pudin, pues ya se sabe que el éxito de la encarcelación de miles de miembros pertenecientes a la pandilla de “los maras” se ha logrado porque ha habido negociación clandestina entre sus cabecillas y el gobierno, acuerdo que no sería tan irracional si se hubiera hecho público y bajo el concepto de sometimiento con algunos beneficios penales, como se intenta hacer acá en Colombia con la paz total.
Por este acuerdo bajo la mesa la justicia gringa ya le plantó el ojo a Bukele, y la consecuencia efectista de cero impunidad quedará desvanecida.
Y algo que condena la comunidad internacional, pero que no logra comprender nuestra cultura popular: Si, los asesinos y los violadores también tienen derechos humanos, y eso de apilar en paños menores a los pandilleros cual animales en los patios de las cárceles, es atentatorio de cualquier derecho.
Pero esto es apenas el barniz de la tormenta que amenaza a El Salvador. Bukele haciendo uso del manual del buen dictador, desde el poder ejecutivo cooptó violentamente el poder legislativo al invadirlo con el ejército, mientras el poder judicial guarda silencio cómplice.
Imita a su vecino nicaragüense Daniel Ortega, que en consecuencia debería también ser idolatrado por la derecha colombiana. Ambos le han dado uso de papel higiénico a “El espíritu de las leyes” de Montesquieu llevándose por delante el estado de derecho, pero solo Nayib ha sido capaz de jugar con la frágil economía de país al elevar al bitcoin como moneda de transacción oficial, una divisa cuyo sustento es la web! Recordemos que hace 20 años las mayorías en Colombia celebraban un presidente de “mano dura y corazón grande” que iba a dejar un saldo de 6402 falsos positivos y muchos más vejámenes.