Buga es reconocida como la única ciudad provinciana que le ha dado 34 ministros a la república.
También es foco de la fé católica nacional alrededor de la basílica del Cristo Milagroso hasta convertirse en un imán turístico religioso para centro y sur América.
Peyorativamente se ha dicho de Buga que es la ciudad de los papayos porque, por su endogamia ancestral, los ricos hacendados bugueños, desde la Colonia hasta por lo menos la mitad del siglo anterior, tenían en los solares de su casas señoriales un palo de papaya sembrado para poder amarrar al bobo que existía en casi todas los hogares entrecruzados una y otra vez con parentela.
También de alguna parte, se volvió dicho nacional hablar del paseo bugueño para referirse a lo que es intonso y falto de gracia. Por estos días, empero, Buga está en el ojo del huracán porque en ella se va a cometer el asesinato miserable de 1.108 árboles que han adornado a lado y lado la entrada principal a Buga, desde el rio Cauca hasta la Basílica.
La Unión Vial del Valle, firma a la que pomposamente le dieron por fin la concesión que tuvieron que entregar hace unos años los Solarte para unir a Buga con Buenaventura, ha solicitado a la CVC permiso para tumbar 1.108 árboles, en su mayoría samanes y ceibas bicentenarios, porque el trazado de la vía en el tramo Puente del Milagroso /Mediacanoa dizque así se los exige para ahorrarse unos pesos.
Como van las cosas, y si las autoridades de Valle no se ponen pilas y obligan a los constructores a trazar la segunda via paralela a todas las reliquias vegetales, dejando la actual calzada arborizada como la del costado sur de la autopista, este asesinato volverá a Buga, la otrora ciudad señora, como epicentro de la protesta nacional y convertirá a los gobernantes del Valle en los descarados protectores de unos contratistas asesinos de árboles.
Son 1.108 bellísimos árboles gritándonos a toda Colombia que los salvemos de esa salvajada y señalándonos con el dedo a los gobernantes que lo permiten.