En alguna ocasión un expresidente habló de los ‘buenos muertos’, infortunada frase en un país que cada día cae en la tristeza ante múltiples masacres.
En este país de muertes, revocatorias y duelos a conveniencia, el pueblo se indigna por el trato diferenciado del gobierno nacional entre unos muertos y otros, ojalá se indignen realmente cuando corresponda ejercer el derecho al voto y elegir representantes dignos de esta nación que pide a gritos que los dirigentes reivindiquen su papel en la historia y más que preocuparse por parecer políticamente correctos se ocupen de serlo.
Muchos microempresarios y emprendedores han tenido que cerrar sus negocios y cientos de ciudadanos del común han perdido su empleo y para ellos no hubo duelo, como tampoco para los más de 52 mil fallecidos por covid-19.
En Colombia hay gente tan bella e inocente, que en su afán desesperado por combatir la pandemia creen que un pelo en la biblia o un químico tóxico como el dióxido de cloro pueden ponerlos invictos del letal virus. Tal desesperación ante la falta de prevención y acción real del gobierno, del desgobierno de la ciudadanía y la necesidad de tantos que deben salir a buscar el pan de cada día.
Tanto afán por invertir en defensa bélica y no en salud, deja al ministro de defensa sin defensas y muere por problemas de salud. Es tiempo de replantear el presupuesto y pensar en una verdadera protección social, que socorra eficazmente a políticos y ciudadanos. Este año 35 personas en situación de calle mueren contagiados por el virus y sin atención del sistema ‘solidario’ de salud; colombianos por los que no hubo luto nacional.
Tenemos que exigir que a los médicos y demás profesionales de la salud se les pague como se les paga sagradamente a los próceres de la patria y luchar en las urnas para que nos ahorremos millones en un presidente presentador de tv. Con tanta polarización ojalá encontremos pronto algo que nos una de una vez por todas.