Ordóñez Balanta, de 61 años de edad, dice que no tiene la menor idea de cómo ni cuándo se infectó pues desde el momento que empezó la pandemia asumió junto a su familia todos los protocolos de bioseguridad y de eso da fe una canastilla que se observa en la entrada a la vivienda con alcohol, gel y otros elementos propios para las tareas de desinfección.
¿Cómo comenzó todo?
El profesional de la contaduría, egresado de la Unidad Central del Valle, solo recuerda que previo al día en que su esposa decidió llevarlo al Tomás Uribe Uribe, presentaba un cuadro febril que no pasaba de los 37 grados, pero ante lo recurrente de la afección sospechó que “el bicho”, como llama al coronavirus, lo había picado.
“Mi esposa me llevó al hospital porque presentaba demasiada dificultad para respirar, estaba saturando por debajo de los indicadores normales. La atención fue inmediata y rápidamente fui estabilizado por el personal médico, pero decidieron dejarme en observación”, comenta el hombre que se considera hoy un sobreviviente del covid-19, pero quien precisa que el relato atiende a lo que su esposa le contó al despertar, pues él no recuerda nada.
“En la madrugada la llamaron a ella y le dijeron que me iban a intubar, y duré dos días sedado y según me cuentan el despertar fue muy difícil, porque les puse problema, pero le repito que de eso no recuerdo nada”, precisa.
Su viacrucis inició el 17 de marzo cuando fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Tomas Uribe Uribe y cuando ya parecía que todo estaba pasando surgió; una complicación mayor, pues sufrió un infarto, presentó retención de líquidos y hasta un cuadro de anemia severo lo que obligó su traslado a la ciudad de Palmira, donde fue sometido a un cateterismo.
Volviendo a nacer
Cuando han pasado varias semanas de la crisis y ya en su casa rodeado de su familia, Orlando Ordóñez Balanta dice que está en un nuevo comenzar de su vida.
“Cuando se está tantos días en la cama de un hospital, es natural que se presenten alteraciones y aparezcan las dificultades para caminar y por ejemplo, cuando estoy largo tiempo sentado, el dolor en la espalda aparece pero todo es con paciencia”, precisa.
Uno de los cambios que sufre su vida después de superar el covid tiene que ver con los hábitos alimenticios por lo que hoy sigue una dieta rigurosa ordenada por el especialista, donde las frutas y las verduras son las que predominan.
“Esto es un proceso que implica un aprendizaje pues el tema de la presión arterial, el azúcar alta, la dificultad cardiaca que presenté y hasta la anemia que me diagnosticaron me obliga a cambiar algunas cosas, aunque yo soy un pajarito comiendo, pero aun así debo cuidarme”, añade.
Familia y la oración
Aunque en gran parte de la entrevista conservó la calma, no pudo evitar las lágrimas cuando le preguntamos por el despertar en la UCI y el momento del reencuentro con su familia.
“Yo volví a ver a mi esposa 20 días después de estar internado y no se alcanza imaginar lo que se siente, es una descarga de emociones que resultan indescriptibles”, dice Orlando mientras las lágrimas brotan de sus ojos que aún lucen agotados por los días que lleva lidiando con la enfermedad.
En ese mismo momento expresa palabras de agradecimiento para quienes en todo momento estuvieron presentes con sus mensajes y oraciones.
“Hoy más que nunca estoy convencido que sin Dios nada es posible y sin duda fue ese acompañamiento con la oración lo que me tiene aquí contando la historia y, por eso, quiero pedirle a los lectores de EL TABLOIDE que se cuiden y cuiden a sus familias porque esto es muy duro”, puntualizó.