Al arribar al sitio se encontró con dos hombres y al indagarles qué hacían a esa hora de la noche, le respondieron que esperaban al joven que se quedaba a dormir en ese lugar y que se había vuelto un problema de seguridad para los habitantes de los barrios San Luisito y Comfenalco. En ese instante sintió un frío sobrecogedor y se dio vuelta, pues claramente esa noche la intención era matarlo.
Este episodio lo relata hoy Edwin Castillo Rodríguez, un hombre de 36 años, padre de una hija y quien desde hace 10 años trabaja todos los días para escapar de las drogas y sus tentáculos.
Durante nueve años caminó por las calles de Tuluá y Cali como uno de los tantos jóvenes que sucumben bajo los efectos de las sustancias sicoactivas y fueron muchos los intentos de su familia por recuperarlo, pero desfallecieron al no encontrar ninguna respuesta.
Tiempo de volver
Al día siguiente del episodio del puente madrugó a llamar a su madre y le expresó su intención de salirse de ese mundo de soledad y oscuridad y sin dudarlo doña Doris Rodríguez Ospina, le abrió las puertas. “Ese mismo día llegué a la Terminal de Cali, realmente con la firme intención de reclamar el dinero que me mandó mi madre pero para irme a “soplar”. Sin embargo, la consigna que tenía la taquillera es que no había devolución de dinero y entonces no me quedó otra opción que subirme al bus rumbo a Tuluá”, dice Castillo Rodríguez, quien ahora enfatiza que esa fue la mejor decisión de su vida.
Pero el camino apenas comenzaba en la Fundación Horeb, ubicada en el corregimiento Sabaletas, en la vía a Buenaventura, sitio al que fue enviado por su familia y del que escapó varias veces e incluso fue expulsado por agredir a un hombre adinerado de Cali que se recuperaba en ese sitio.
“Eso no es nada fácil para uno, pues cuesta trabajo la disciplina, el someterse a las órdenes luego de casi una década de estar en la calle sin Dios y sin ley”, comenta el hombre tras asegurar que luchar contra la adicción es una tarea diaria siendo consciente que la tendrá que hacer hasta que el Padre Eterno lo llame a rendir cuentas.
Empezó la obra
Estando en la fundación Horeb, manejada bajo los principios de la fe cristiana, Edwin sintió que la vida le empezaba a cambiar a partir del conocimiento de la palabra y su poder restaurador. “Estando en Horeb me empecé a enamorar de Dios, a experimentar un cambio en mi vida y a comprender que era posible salir de la oscuridad a la luz” asegura Castillo Rodríguez, tras insistir que no se trata de religiosidad, pues si algo ha aprendido a lo largo de los años es a no juzgar a nadie y mucho menos a quienes por alguna razón cae en la tentación de las drogas.
La obra continúa
Luego de su proceso de recuperación, Edwim decidió compartir sus experiencias de vida y desde hace varios años acompaña los trabajos desarrollados por otras fundaciones en la región, pero desde hace un poco más de un mes decidió darle vida a un proyecto que, según sus propias palabras, tiene su origen en una especie de revelación divina.
Para materializar su propósito dio creación a Restaurados para Servir, pero cambiando algunas cosas que, como interno y luego desde el papel de terapeuta, observó en otros centros.
DATO: Su primer contacto con la marihuana se dio a los 14 años de edad en una tarde de nado en el río Tuluá.
“Esta es una fundación en la que no prima la parte económica y que trabaja confiando en la misericordia de Dios al que clamo en oración para que nos fortalezca y permita sacar más personas de las calles” dice Castillo, tras indicar que en la actualidad tiene 11 jóvenes en el proceso y en medio de un ambiente campestre en el corregimiento de Salónica, jurisdicción de Riofrío.
“Una de las diferencias que quiero establecer es hacerle un seguimiento a los jóvenes que terminen el proceso, pues mi experiencia me enseña que al salir se experimentan muchos temores y dudas que los pueden hacer caer de nuevo”, comenta.
“La rehabilitación de cualquier adicción es algo con lo que se lucha todos los días pues las ansiedades y el estar cerca de sitios de consumo genera ansiedades que desde mi interior puedo decir que solo se derrota con la ayuda de Dios, pues de otra manera resulta imposible” agrega Edwin Castillo Rodríguez.
“Quiero decirle a los niños y jóvenes que hoy están en este camino que sí hay una salida y que ella depende de una voluntad férrea y con la confianza puesta en Dios. Las familias son vitales en este propósito y se debe perseverar y los resultados van a llegar”, puntualizó.