De eso ya han pasado largos 26 años, donde Rueda y Cortuluá han tocado el cielo, pero al mismo tiempo bordeado las calderas del infierno.
Esa fue una apuesta de Nacho Martán que se reunió con él en Cali y de inmediato le pareció un hombre interesante, bien hablado y a quien le brotaba la academia por los poros.
El reto no era fácil para el yumbeño egresado de la Facultad de Educación Física de la Universidad del Valle y quien es de los pocos adiestradores colombianos formados y egresados de la Escuela Superior de Deportes de Alemania, pues por esos días el equipo Corazón caminaba sendas tortuosas de la mano del “Tucho” Ortiz y el descenso amenazaba la tranquilidad de directivos, jugadores e hinchas tan solo cinco meses después de haber alcanzado la gloria en el inolvidable diciembre del 93 en el Guillermo Rivera Escobar de Palmira.
DATO: En el año 1994 Reinaldo Rueda reemplazó al Tucho Ortiz y salvó la categoría por goles de diferencia.
El 8 de mayo de 1994, cargado de sueños e ilusiones, llegó Reinaldo Rueda Rivera al banquillo de Cortuluá acompañado por el maestro Jairo Arboleda, toda una leyenda del Deportivo Cali de los años 70 y el uruguayo Daniel Curbelo, como preparador físico.
El inicio del timonel vallecaucano no fue el mejor y al final de la temporada terminó igualado en 48 puntos con el Atlético Bucaramanga; igualdad en partidos ganados, perdidos y empatados y pudo mantener la categoría porque en el último juego en casa empató en casa con Millonarios y aunque su rival directo le ganó 1-0 al Pereira, la diferencia de tres goles a favor le permitió a los dirigidos por Rueda seguir en la élite del fútbol colombiano.
El estratega que desde el mes de diciembre de 2020 asumió funciones como Seleccionador Nacional de Colombia con la responsabilidad de llevar al país al mundial de Qtar 2022, estuvo en Cortuluá hasta el año 1997 y aunque no logró estar en la parte alta de la tabla ni clasificarse a los cuadrangulares, sí creó una impronta de juego gracias a la continuidad de un proceso que consolidó a jugadores, maduró a los directivos y puso a Rueda en la mira de clubes como el Deportivo Cali, onceno al que emigró tres años y medio después de haber iniciado su camino en tierras tulueñas.
Un legado que perdura
Al hablar hoy con Nacho Martán, el máximo accionista de la Corporación Club Deportivo Tuluá, afirma sin titubear que hace 26 años, cuando se sentó con Reinaldo Rueda Rivera en Cali para traerlo a Tuluá, tuvo la certeza de no haberse equivocado y el tiempo le da la razón al verlo de nuevo en el banquillo de la Selección Colombia.
“El profe Rey es un excelente ser humano, un profesional en todo el sentido de la palabra, honesto, trabajador y estudioso que le dejó a Cortuluá un legado que hoy prevalece”, afirma el dirigente deportivo.
Para escribir esta nota recurrimos a la memoria de jugadores que, en su momento, vistieron la casaca de Cortuluá y todos sin excepción definen al técnico Rueda como un señor, respetuoso y dueño de una filosofia que lo llevó a grandes clubes y a dos mundiales con las selecciones de Ecuador y Honduras y a ganar con Atlético Nacional los títulos nacionales y la siempre querida Copa Libertadores de América.
Uno de esos hombres es David “la cachaza” Hernández, quien llegó a Tuluá procedente de Riosucio en busca de una oportunidad.
“Del profe Reinaldo y de Cortuluá tengo los mejores recuerdos, pues me abrieron las puertas y me permitieron debutar en primera y viví años maravillosos”, dice Hernández, dueño de una carrera endiablada que rompía las defensas y de quien dijo el propio Rueda que era un jugador que le aportaba mucho a su equipo pues sabía jugar sin balón, una frase que solo los técnicos entienden.
“La cachaza” se vinculó a Santafé y en la capital se ganó el corazón de la exigente afición bogotana, pues era todo corazón.
Para José Orlando Montaño, un hombre ligado a la historia del Equipo Corazón, Reinaldo Rueda sentó las bases del fútbol empresa, un término que en 1994 pocos o casi nadie conocía.
“Fue la llegada de un concepto técnico formado académicamente en Alemania, en el cual se hizo énfasis en la importancia de la estructura organizacional, para lograr el desarrollo no solo en temas de la base deportiva, (cantera), sino el crecimiento de la institución de manera integral; su llegada fue la construcción de un legado que marca el hoy de Cortuluá, una verdadera empresa del fútbol”, precisa Montaño.
Y agrega que fue el escenario propicio para que Reinaldo Rueda desarrollara toda una planificación estratégica en la construcción de equipo capaz de competir, sostenerse y proyectarse a futuro, con el respaldo incondicional de Óscar Ignacio Martán logrando armonizar un verdadero proyecto de empresa del fútbol que, a mediados de los años 90, era un concepto totalmente desconocido en nuestro medio, en el que solo existían y sobrevivían equipos de fútbol.