Pero, en la vasta comuna de Jilin, en la provincia del mismo nombre, fronteriza con Corea del Norte, se suspendió el transporte público y se prohibió a sus habitantes partir sin haberse sometido a pruebas de detección del coronavirus en las últimas 48 horas.
Las escuelas, que habían reabierto, volvieron a cerrar sus puertas inmediatamente, así como los lugares públicos, principalmente cines, gimnasios, cafeterías y parques.
Las farmacias deben comunicar a las autoridades los nombres de quienes compran analgésicos y medicamentos antivirales, advirtió la alcaldía en las redes sociales.
La comuna con más de 4 millones de habitantes, tiene unos 200 km de largo por lo mismo de ancho, e incluye la ciudad de Shulan, donde se detectó un nuevo foco infeccioso a fines de la semana pasada.
La situación “es extremadamente grave y complicada”, reconoció un alcalde adjunto de Jilin, señalando este miércoles el “riesgo de una mayor propagación” del coronavirus.
Shulan informó de seis nuevos casos, alcanzando a 21 en este rebrote, que comenzó con la infección de un empleado de una lavandería. El transporte público fue suspendido en la comuna desde el domingo.
Tras una explosión en febrero, la contaminación se ha reducido considerablemente en China en las últimas semanas, el número de nuevos casos cayó este miércoles a apenas siete, uno de ellos importado.
No se ha informado de nuevas muertes en el país desde el 7 de abril. Desde enero, en China se detectaron 82.926 contagios, con 4.633 muertes.