Un inocente juego le cambió la vida
Recordar el día en que perdió sus piernas es hacer un viaje al pasado, es hilar poco a poco momentos que cambiaron su infancia, su adolescencia y hasta, tal vez, su forma de pensar.
Transcurría el año 1987 y se hacía entrega de los boletines de calificaciones en la Escuela Antonia Santos, donde Sandra terminaba con éxito el grado primero de primaria.
DATO: En los pocos meses que lleva entrenando ya ha podido llegar a levantar 50 kilos de peso.
Esta valerosa mujer cuenta que, en esa época, era costumbre que los padres ingresaran a las aulas de clases para escuchar los respectivos informes, mientras los niños se reunían en el antejardín del plantel.
“Con unos amiguitos jugábamos a ´la lleva´ y cuando una de las niñas quiso ´pegármela´, sin querer me empujó muy fuerte, tanto que terminé saliéndome del andén, momento en el que precisamente pasó un bus y me arrolló”, cuenta con tranquilidad.
En el impacto, el conductor no solo lastimó una de sus piernas, sino que al retroceder, terminó afectando la otra.
Sandra, en ese momento, hace un silencio, a lo mejor no recuerda más detalles o no quiere hacerlo, porque aunque el accidente le cambió vida, no permite que la debilite como persona.
Sí hace énfasis en que la recuperación fue tan dolorosa como el estar en Cali sin su familia, tratando de entender que, a sus siete años de edad, ya no tenía piernas y que debía adelantar un proces de aceptación y de rehabilitación para poder utilizar, tiempo después, las prótesis que le permitieron volver a caminar.
“Él definitivamente lo puede todo”
Quien logró que toda esta pesadilla fuera asumida de la mejor manera, asegura Sandra, fue definitivamente Dios.
“Mis padres son cristianos y gracias a esa Fe en Él, que lo puede todo, pudimos salir adelante”, enfatiza esta mujer que ya llegó a los 41 años de edad.
Para la presidente de Asodistu, la discapacidad está solo en la mente. “Cada que alguien me decía usted no puede hacer eso, más se empecinaba en hacerlo y yo misma me decía yo sí puedo”.
Cuenta que basada en esa premisa, los integrantes de la Asociación se capacitan en diferentes manualidades y con el propósito de obtener algunos ingresos alquilan elementos ortopédicos y hasta realizan refuerzos escolares.
Sandra, quien practicó durante cinco años baloncesto en silla de ruedas, terminó su bachillerato en la Normal Central Femenina y más adelante estudió Atención a la Primera Infancia, razón por la cual, en la actualidad, se desempeña como madre FAMI, programa del ICBF.
“Tengo 12 niños a mi cargo y ellos aprenden tanto de mí como yo de ellos, de su pequeño mundo y de todas las cosas que van a tener que enfrentar, pero que van a ser resueltas sólo si lo deciden y lo creen”, manifiesta con suma convicción quien vive, junto a su hijo de 21 años de edad, en la sede de Asodistu, ubicada en el barrio Farfán de Tuluá.
El deporte es para Sandra su pasión, la misma que comparten siete de sus compañeros que practican disciplinas como el fútbol sala, natación y Para Powerlifting, esta última es la de su preferencia, pues se trata de un deporte que a nivel paralímpico ha tenido gran crecimiento y se desarrolla en aproximadamente 100 países.
“Tiene que ver con el levantamiento de pesas, se compite sobre un banco con tres levantamientos técnicos, y gana el deportista que logre levantar la mayor cantidad de kilos”, dice con gran entusiasmo quien es considerada una de las dos mujeres que lo practican en el Valle del Cauca y que tienen sus dos miembros inferiores amputados.
“Estoy muy contenta, porque en solo 4 meses de entrenamiento, ya puedo levantar hasta 50 kilos y el objetivo es llegar a muchos más”.
Y aunque este es ahora su sueño, no puede desconocer que el baloncesto en silla de ruedas le generó muchas satisfacciones y alegrías, pues le permitió viajar a ciudades como Bogotá y Medellín.
“De Cartago traje, con mi equipo, una medalla de bronce y en el año 2018, haciendo parte de la Selección Valle, participé en el Primer Campeonato Femenino, de donde nos trajimos la presea de oro”, enfatizó.
Aunque la práctica deportiva durante la pandemia ha sido bastante compleja, Sandra no ha dejado de prepararse de cara a los Juegos Departamentales 2021, razón por la cual reconoce el gran esfuerzo que hace el profesor Juan Carlos Ocampo, integrante del Gimnasio Ochoa, quien de manera voluntaria los ha estado preparando porque para su disciplina aún no hay monitor.
“Solo estamos esperando los apoyos necesarios para, cuando lleguen las competencias, podamos hacer una gran representación y traer muchas medallas para la Villa de Céspedes. Ese es precisamente uno de mis sueños”, puntualizó.