El drama de Diana Paola Angola Mosquera, de 35 años, empezó a comienzos de mayo, cuando se determinó que estaba contagiada de coronavirus.
En su vientre llevaba a su bebé de unas 21 semanas de gestación. Al estar en urgencias en la clínica, lo que pidió fue: “Doctora, no me vayan a intubar”.
“Fue una experiencia dura desde cuando supimos que estaba contagiada, lo mismo que mi hija de 8 años”, dice Jefferson Riascos Echeverry, de 33 años, quien se dedica a la instalación de accesorios y alarmas en servicio automotriz. Le tocó permanecer a la espera sin ver a su esposa en ese drama.
Ellos se conocieron hace 13 años, fueron cinco años de noviazgo hasta cuando se fueron a vivir juntos. Entonces, había nacido Saray Riascos Angola, de 8 años y quien también marcó positivo para covid-19, pero que fue superándolo sin mayores tropiezos en su salud.
La condición de salud de la madre era compleja, por lo que se procedió al estado de coma inducido. La idea era tenerla a salvo, pero también se tenía la esperanza de vida del bebé, de solo 24 semanas, cuando un embarazo normal llega a entre 38 y 42 semanas.
“La paciente llegó con un embarazo de 24 semanas y 10 días de síntomas respiratorios. Cuando entró, se le hizo observación de 72 horas y presentó falla respiratoria y necesitó ser intubada. Se le dio soporte ventilatorio 24 días. Durante el proceso, se acudió a la cesárea porque fue muy difícil desarrollar el apoyo respiratorio porque la madre empezó a sufrir deterioro de la capacidad pulmonar”, cuenta Paola Andrea Velásquez, ginecóloga intensivista.
Y agrega: “Se pensó en una ventilación soporte bocabajo, pero en ella era poco tolerado y se presentaba taquicardia en ambos. Se hizo una estrategia de ventilación sentada, y eso mejoró. Le dio viabilidad al bebé. A las 27,6 semanas se tomó la decisión para el nacimiento del niño. Fue una cesárea bonita con participación de anestesiología y neonatología”.El niño pesaba unos 875 gramos. Lo normal cuando los bebés llegan a nueve meses está entre 2.500 y 4.200 gramos, con diferencias si se trata de niño o niña.
El bebé siguió bajo cuidado en la clínica, mientras que se mantuvo el tratamiento de la mamá, que fue sacada el fin de semana de su estado de coma. Habían pasado 21 días y lo primero fue conocer a su amado hijo.
Javier Torres, coordinador de cuidado intensivo de Versalles, dijo que “es un milagro en lo que es el tratamiento obstétrico y el trabajo en equipo neonatal que garantiza la vida a una madre y a un bebé de 25 semanas que nace a las 27. Creo que este es el primer caso a nivel mundial, porque lo que dice la literatura es que usualmente a esa altura de su gestación el bebé muere por el covid-19″.
“Es algo hermoso conocer a mi hijo. Gracias al personal de salud por darme esta emoción para toda la vida. A mí me dan salida hoy, pero el bebé sigue porque debe coger peso y yo voy a poder amamantarlo”, dice la mamá.
“Fue muy bonito, muy hermoso, encantador, tener la familia reunida, lastimosamente no pude estar ahí, pero la tecnología ayudó y estoy muy contento por poder ver esos dos guerreros que Dios me concedió para luchar por mi familia”, dijo Jefferson.El bebé es calificado por los médicos como un milagro, porque, dicen, actualmente respira sin ventilación artificial ni otro soporte vital y gana peso día a día.