La historia
De acuerdo con los escritos existentes, sobre el hallazgo de la imagen se conservan dos versiones: Una dice que mientras la mujer acudía a la acequia cercana a su casa donde lavaba sus ropas, encontró la divina imagen.
Otros afirman que, limpiando su cultivo de café, encontró la preciosa losa entre los arbustos. Esto sucedió en el corregimiento de Tres Esquinas, en la ciudad de Tuluá, Valle del Cauca.
La imagen fue guardada con devoción durante muchos años y se utilizó para el culto privado de su familia y vecinos.
Relatan lo escritos existentes en el año 1915, después del fallecimiento de la señora Alipia, la reliquia quedó al cuidado de su hija, Eduviges Rodríguez.
Ésta comunicó a sus parientes y conocidos el hecho. Ya en el año de 1920, la devoción al “Señor del Descendimiento” era mayor. Para ese año, su esposo, Neftalí de la Torre y la señora Guillermina Carvajal, dieron crédito a dicha aparición porque habían notado diferencias en la textura de la imagen.
En ese mismo año, y aprovechando la misión que por esos días adelantaban los Padres Redentoristas, los fieles presentaron la reliquia quienes quedaron admirados por la belleza de la losa, la bendijeron y le concedieron el título del “Señor de la Buena Muerte”, lo que aumentó el fervor popular.
Nuevo reconocimiento
Ya en el año 1929, el sacerdote Rafael Ocampo, cura Párroco de San Bartolomé, teniendo como base los testimonios de gracias alcanzadas, le dio vida a una comisión que llevara la reliquia hasta el templo parroquial San Bartolomé para ser examinada por el Obispo de Cali, Monseñor Eladio Posidio Perlaza Ramírez.
“Él mismo, junto con una comisión, realizó una pericia estricta de la imagen, llegando a la conclusión de que debería dársele un culto de veneración en el lugar donde se conservaba”, relatan los documentos.
Con el aval del jerarca de la iglesia, el propio padre Ocampo creó el comité que emprendió la tarea de construir el templo donde hoy se levanta y que fue posible a la generosidad de las familias aportantes de los terrenos. Cabe destacar que con algunas modificaciones el templo actual se mantiene en pie luego de 90 años.
Una nueva etapa
En los años 80, con la constitución canónica de la parroquia de Tuluá, “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”, la capilla fue encomendada al cuidado pastoral de los párrocos sucesivos de esta comunidad, de manera posterior pasó a la égida de la paroquia de la Divina Misericordia y en la actualidad pertenece a la cuasiparroquia del Inmaculado Corazón de María, cuya sede es el corregimiento de Tres Esquinas, bajo el cuidado del padre Jorge Luis Guerrero Suárez.
El año jubilar
Justo y el marco de los 125 años del hallazgo de la imagen, el papa Francisco decreto el año jubilar que terminará el domingo 25 de agosto con una eucatistía que presidirá monseñor José Roberto Ospina Leóngomez y que marcará el final del aniversario del santo.
En la Iglesia católica, el Año jubilar o Año santo es un tiempo en que se concede gracias espirituales singulares (indulgencias) a los fieles que cumplen determinadas condiciones, a imitación del año jubilar de los israelitas mencionado en el Antiguo Testamento.
En el caso del Señor del Descendimiento podrán acceder a las indulgencias quien visite el templo antes del 25 de agosto, previa confesión y cruce por la puerta jubilar.