Esa niña es hoy Flor Ángela Morales Morales, una mujer que lleva sobre sus hombros las huellas que deja el paso inexorable de los años, pero que conserva una vitalidad envidiable y conserva el carisma y la alegría que llevaron a la señora Correa a escogerla como su compañera de actividad.
Esculcando en su memoria Flor Ángela recuerda cada detalle de su infancia y la vocación natural por los negocios. Justamente sin dudarlo, señala con exactitud como un día le dijo a su papá que le diera productos para madurar y de manera posterior llevarlos a los mercados, siendo el corregimiento de Barragán el elegido.
DATO: Su primera experiencia comercial la vivió siendo una niña en el corregimiento de Barragán.
“Allá llegaba con mi hermano, pero la verdad es que poco me ayudaba pues iba solo por jugar bolas con los amigos mientras que yo extendía telas y plásticos en el piso para exhibir la mercancía, la que vendía con facilidad pues mi amabilidad y sencillez cautiva a la clientela; además la ñapa no faltaba”, relata la mujer que hoy reside en el barrio Bolívar, en el occidente de Tuluá.
La galería es su vida
Hace casi seis décadas de la mano y de su mentora comercial llegó a la galería de la Villa de Céspedes y desde entonces no se ha ido y hoy, en medio de la crisis económica ahondada por la pandemia llega religiosamente a las 8 de la mañana y se va cuando se anuncia el cierre por parte de los encargados del lugar.
Según lo comenta, después de muchos años de estar al lado de doña María Correa, le dijeron que se quedara con el puesto y lo negoció para pagarlo por cuotas en un valor que estuvo por el orden de los 70 mil pesos.
“En esa época la galería era el sitio a donde llegaban todos a comprar la comida, la ropa, las hierbas y todo lo que se necesitaba, pues era el punto donde se vendía económica y a buenos precios”, precisa Flor Ángela sin ocultar la nostalgia de los años idos, pues en ese patio que comparte con la histórica plaza del mecato ella es la única que queda de la vieja guardia, pues los demás ya partieron y ahora son sus hijos o nietos los que tratan de mantener el legado.
“No es una tarea fácil, pues la verdad la galería se ha venido a menos y ya la gente no acude como en antaño porque ahora prefieren los centros comerciales y las grandes vitrinas”, precisa Morales Morales, quien no ha dejado de vender alpargatas, ropa para niños y adultos, entre otros productos.
La clave para permanecer
Sin dudarlo responde que el ser amable y atenta, técnica que aprendió siendo una niña, le han permitido prevalecer en el tiempo y tiene clientes que ya no están, pero sus hijos y nietos la siguen buscando para comprarle.
“Es que el cliente viene es a comprar y no tiene por que sufrir el mal genio o una mala atención”, comenta la mujer que hace varios años atrás perdió a sus dos hijos, a quienes dice lloró hasta más no poder, pero luego se levantó, pues la vida se trata de eso y hay que enfrentarla con la misma fortaleza.