Pero desde 2009, el médico y doctor en Diseño y Creación de la Universidad de Caldas, Walter Arboleda Ruiz, trabaja en otro enfoque: mejorar la forma en la que se enseña el examen clínico a los estudiantes de enfermería y medicina.
La Superintendencia de Industria y Comercio le otorgó la patente número 14 de la Universidad de Caldas por el aparato que desarrolló Arboleda, Esperanza. Este prototipo nació de una pregunta: ¿qué tan eficaz es el aprendizaje profundo de los estudiantes con el examen clínico de mama?, es decir, ¿qué tan claro queda este método de diagnóstico luego de que lo ven en clase?.
“Yo no puedo saber si cuando hacen el examen, el estudiante está pensando en la novia o algo que tiene que ver con la glándula mamaria. Esa información es incógnita para el docente”, comenta Arboleda, quien también es ginecobstetra especializado en mastología.
Esperanza, el prototipo que tomó el nombre de la abuela de Arboleda, es un artefacto que no cuesta más de 500 mil pesos. Es muy parecido a una glándula mamaria real, tiene sensores de presión divididos en cuatro cuadrantes, los cuales analizan tres niveles de presión: superficial, medio y profundo. Además cuenta con un estímulo cada vez que termina el proceso, una retroalimentación para identificar qué hizo bien y qué hizo mal el estudiante en el examen clínico de la mama.
“La maniobra que le enseñamos a los estudiantes es que en la zona superficial se hace como si uno estuviera acariciando la glándula mamaria, es una presión suave, luego un movimiento como si estuviera tocando piano, el objetivo es desplazar el tejido para valorar el plano medio de la glándula y para el plano profundo se hace un movimiento circular. Al final voy a tener 12 puntos de referencia para saber si el estudiante valora bien o no cada cuadrante. El prototipo me señala cuando está haciendo la palpación adecuada y en rojo cuando no”, argumenta el científico.
Tomado de El Tiempo