El deceso ocurrió este 24 de mayo en Bogotá, dejando un profundo vacío entre seguidores, músicos y amantes del género en toda América Latina.
Conocido como el “Emperador de la Salsa”, González fue una figura clave en la evolución del sonido tropical en Colombia y Venezuela. Su legado abarca más de cuatro décadas de música, con una propuesta que fusionó ritmos tradicionales caribeños con arreglos modernos y sofisticados, creando una identidad sonora única e inolvidable.
Un legado que nació en Caracas y floreció en Cali
Nelson David González nació en Caracas el 29 de diciembre de 1946, hijo del músico Pascual González. Desde muy joven mostró inclinación por la música, pasión que lo llevó a fundar en 1965 la agrupación Nelson y sus Estrellas junto a su hermano Luis Felipe y otros siete músicos. En 1968 lanzaron su primer álbum, Mucho Nelson, cuyo éxito inesperado en Colombia motivó su traslado definitivo a este país.
La agrupación se consolidó como uno de los referentes de la salsa y la música tropical en Latinoamérica. Su presentación en la Feria de Cali de 1969, donde compartieron tarima con Richie Ray y Bobby Cruz, fue un punto de inflexión en su carrera. En 1989, la ciudad de Cali lo declaró Huésped de Honor, reconocimiento a su influencia artística y cultural.
Más de 40 álbumes y un estilo inconfundible
Nelson y sus Estrellas grabaron más de 40 álbumes, dejando éxitos como La sirena, Llorándote y Para ti caleña, canciones que siguen siendo referentes del género. En particular, La sirena fue seleccionada entre las 100 mejores canciones tropicales de la historia en Colombia.
A pesar de los problemas de salud que lo alejaron temporalmente de los escenarios en 1974 y las tensiones familiares que llevaron a una separación definitiva con su hermano en 1994, Nelson continuó su legado acompañado de su hijo, Nelson David González Jr., quien asumió el rol de vocalista principal.
Una vida dedicada a la música tropical
Más allá de los escenarios, González fue un innovador constante, y su influencia se expandió hasta Europa y Norteamérica, donde su música también fue reconocida. Su estilo marcó a generaciones enteras y su orquesta se convirtió en escuela para decenas de músicos del continente.
Su legado perdura en las melodías que aún bailan en las emisoras, en los salones y en la memoria de quienes celebraron la vida con sus canciones.