El cuerpo de la víctima, identificada como Aimer Eliécer Cataño Porras, de 56 años de edad, fue encontrado a las 6 y 45 de la mañana a un costado de la carretera, en plena zona verde, así como la motocicleta en que se movilizaba.
Los paramédicos que acudieron al lugar, tras ser avisados sobre lo sucedido, pensaron inicialmente que Cataño Porras había sufrido un accidente de tránsito pero, al no hallar señales de colisión y retirarle el casco de protección, determinaron que se trataba de un homicidio.
El hombre, que llevaba puesto el uniforme del ingenio Ríopaila, donde laboraba, sufrió una lesión, producida con arma de fuego, a la altura del cuello.
Tras conocer la trágica noticia, familiares de la víctima informaron a las autoridades que Aimer Eliécer cumplió el turno de la noche en la empresa en que trabajaba y, sobre las seis de la mañana, cuando terminó el oficio como guarda de seguridad, se montó a su moto y partió con destino a su residencia, ubicada en el municipio de Tuluá.
DATO: La motocicleta en que se desplazaba la víctima fue hallada al lado de su cuerpo.
Este hombre, desde hace 27 años, estaba vinculado laboralmente a este ingenio azucarero del centro del Valle y, aunque contaba con el servicio de transporte en bus, el día en que falleció había decidido viajar por su cuenta.
Según lo expresado por los allegados del occiso, era padre de dos hijos, uno de los cuales vive en el exterior, y además, muy cercano, a los tres hijos de su actual compañera, quienes sentían un profundo cariño por él.
Aimer, el generoso, noble, el alma de la fiesta, como lo recuerdan sus familiares, falleció en circunstancias que no han sido establecidas por parte de las autoridades y que tienen desconcertados a sus más cercanos, por cuanto nunca expresó haber recibido amenazas en contra de su vida, así como tampoco haber experimentado alguna situación que pusiera en riesgo su existencia.
Como la motocicleta en que se movilizaba, así como sus demás pertenencias, fueron halladas, fue descartado el robo como móvil del asesinato.
Sobre Cataño Porras, quien vivía en el barrio Príncipe de la Villa de Céspedes junto a su esposa desde hace 7 años, una estilista profesional, se dijo además que era profundamente religioso y sus padres residen en el barrio Tercer Milenio de Tuluá.
Igualmente, se indicó que, en sus ratos libres, disfrutaba observar partidos de fútbol y era hincha fiel del Deportivo Cali.
Las autoridades del Segundo Distrito de Policía quedaron a cargo de las investigaciones de este crimen que, hasta el cierre de la presente edición, no había arrojado resultados positivos, toda vez que el hombre viajaba solo el día en que se presentaron los hechos y no hay testigos de lo sucedido, a pesar de tratarse de una vía bastante transitada.