Este año, el 7 de diciembre no brilló gracias a la Alcaldía, sino gracias al bolsillo y a la voluntad de la comunidad. En barrios como la Transversal 12, Entrerríos, Sajonia, Alvernia, Villa Campestre y un sector de La Esperanza, fueron los mismos vecinos quienes se organizaron, compraron luces y levantaron adornos para no dejar morir la tradición…¡Añañaiii!
Mientras tanto, la administración municipal decidió invertir en obras civiles, dejando de lado lo que siempre fue uno de los mayores atractivos de fin de año: el alumbrado público, ese que reunía familias enteras a caminar, tomarse fotos y sentir que empezaba la Navidad…¡Todos esperamos que no se convierta en una promesa más!
La ciudadanía lo dice con desconsuelo: cuando el pueblo tiene que suplir al gobierno hasta en los detalles simbólicos, es señal de que algo está fallando. Ojalá el 2026 traiga voluntad política y no solo cemento…¡Amanecerá y veremos!
¿Cuál será la razón para que algunas de las busetas del servicio urbano no enciendan la iluminación donde informan el destino?
Una práctica incómoda está creciendo en algunos establecimientos de comidas rápidas de la ciudad: pedirle al cliente que incluya propina… ¡cuando no hay servicio a la mesa!
Ahora resulta que, al pagar en el mostrador, algunos locales preguntan si se desea dejar propina “para el cocinero, para el vigilante, o para el equipo en general”. Una distorsión completa del sentido de la propina, que siempre ha sido voluntaria y ligada al servicio directo del mesero o mesera y cuando le facturan ya está incluida y es voluntaria…¡Que no cunda el pánico!
Si esto sigue así, en cualquier momento nos pedirán propina por calentar una empanada. Es hora de que los comercios revisen la práctica antes de perder clientela por querer ganarse lo que no es obligatorio…¡No me diga más!
El de Tuluá es el único alumbrado que esta encerrado ¡plop!
Los usuarios del transporte público volvieron a levantar la voz, y con razón. En la noche, no son pocas las busetas que circulan sin encender el tablero donde se identifica la ruta, obligando a la gente a adivinar qué vehículo viene o a correr riesgos parándose en cualquier lado para averiguarlo…¿Qué estará pasando?
Como si fuera poco, varios pasajeros denuncian que algunos conductores reinician la marcha antes de que todos suban completamente, ocasionando tropiezos y sobresaltos, especialmente entre adultos mayores.
Este tipo de comportamientos, que parecen menores para algunos, terminan golpeando la confianza en el transporte formal y empujando a muchos a recurrir al transporte informal, que tampoco es la solución pero que al menos les permite subir sin el temor de quedar a medio camino…¡Para corregir de inmediato!
No hay derecho que los vendedores estacionarios de comidas rápidas le estén pidiendo a sus clientes propina
Preguntas pendejas. ¿Por qué será que algunos de los productos de la canasta familiar han subido de precio si todavía no se sabe cuál será el salario mínimo del 2026?
¿Le siguen llegando a su móvil llamadas extrañas con peticiones raras?
El droguista Hárold Urcuqui no ha tenido paz desde que el América de Cali quedó eliminado del torneo Webplay 2025. Aunque su equipo logró dejar en el camino al Nacional de Medellín, no alcanzó la final… y eso fue suficiente para que sus amigos empezaran a hacerle la vida imposible entre chiste y chiste…¡Lo tiene merecido!
La cosa ha llegado a tal punto que ya están organizando un muñeco de Año Viejo con la camiseta roja y algún mensaje picante para instalarlo frente a la farmacia en la plazuela de la galería. Todo un ritual futbolero que, entre humor y nostalgia, recuerda que en esta ciudad el fútbol mueve pasiones y también mueve bromas que pueden durar semanas. Harold, con paciencia, se aguanta el vacilón…porque así es el fútbol: a veces toca celebrar, a veces toca aguantarse…¡Lo tiene merecido por sectario!
El 2025 se apagó y con él las esperanzas de que llegaran las cámaras de seguridad prometidas por el Ministerio del Interior. Tras la ola violenta que vivió Tuluá, se anunciaron recursos millonarios y un supuesto plan urgente para reforzar la vigilancia. Sin embargo, todo quedó en palabras…¡Como siempre!
Mes tras mes, el tema se fue enfriando y las cámaras nunca fueron instaladas. Hoy, como siempre, la Policía depende de las cámaras de empresas privadas y de vecinos que, por voluntad propia, facilitan sus grabaciones para apoyar las investigaciones. La sensación en la ciudadanía es clara: cuando un compromiso de seguridad se incumple, el mensaje es que la vida y tranquilidad de la gente no estuvieron realmente en la prioridad del Gobierno…¡Llegará el 2026 sin ver ni una sola cámara nueva en la calle!










