Una situación que pudo haber terminado en tragedia se presentó esta semana en la institución educativa Julia Restrepo, cuando el techo de un aula colapsó inesperadamente sobre un grupo de estudiantes que recibía clase. Aunque varias alumnas resultaron lesionadas, afortunadamente ninguna de gravedad, el incidente ha encendido las alarmas sobre el estado de la infraestructura educativa en Tuluá…¡No esperemos que la situación empeore!
Este hecho no puede ser considerado un caso aislado ni atribuido únicamente a la temporada de lluvias. Lo ocurrido evidencia una preocupante falta de mantenimiento y vigilancia por parte de las autoridades responsables del sistema educativo…¿Será que no existe un plan preventivo de mantenimiento en estos establecimientos educativos?
La negligencia en el seguimiento y reparación de los planteles escolares pone en riesgo la vida de miles de niños y jóvenes que asisten a clases diariamente en condiciones poco seguras. La comunidad educativa exige respuestas inmediatas y acciones concretas….¡Hasta ahora no hemos visto que nadie se pronuncie al respecto!
Tremendo susto vivió un grupo de estudiantes de la IE Julia Restrepo cuando parte del techo se vino abajo por la falta de mantenimiento de su estructura.
Es urgente que se realicen inspecciones técnicas no solo en la IE Julia Restrepo, sino en todas las instituciones públicas, especialmente ahora que las lluvias intensifican los riesgos estructurales. Más allá de los discursos y promesas, lo que se necesita es inversión, compromiso y responsabilidad. La seguridad de los estudiantes no puede seguir siendo una tarea postergada…¿Estaremos en manos de incapaces?
En los últimos días, ha venido creciendo una problemática en las principales vías comerciales de Tuluá: las bahías de parqueo y muchas calles del centro han sido tomadas por particulares que, sin ninguna autorización, se autodenominan “cuidadores” del espacio. Armados con un trapo rojo como insignia, cobran tarifas arbitrarias por dejar vehículos en zonas que históricamente eran de uso libre o de contribución voluntaria…¡Estamos en manos de los «vivos»!“
Lo que antes era una ayuda voluntaria a personas que vigilaban los carros o motos, hoy se ha transformado en un cobro obligatorio disfrazado de “servicio”. Si alguien se niega a pagar, corre el riesgo de represalias o daños a su vehículo, una forma de intimidación silenciosa que erosiona la tranquilidad ciudadana…¡Una carga más para el presupuesto familiar!
Los del «trapo rojo» se han apoderado de calles y carreras de Tuluá para cobrar por la vigilancia. ¡Qué lata!
Llama la atención que, pese a la evidente ocupación del espacio público y al impacto negativo para comerciantes y ciudadanos, ninguna autoridad municipal ha hecho presencia para controlar o regular esta situación. La omisión de la administración municipal de Tuluá se traduce en complicidad… ¿Hasta cuándo se permitirá que el desorden reine en las calles del centro?
Clientes que desean hacer compras rápidas evitan acudir al centro por temor al acoso o simplemente por no encontrar un espacio libre sin tener que pagarle a un particular que no representa ninguna entidad legal…¿Hasta cuándo seguirá esta mala costumbre?
Se hace un llamado urgente a la Alcaldía, a la Secretaría de Gobierno y a la Policía Municipal para que recuperen el control del espacio público y pongan freno a este fenómeno que, si no se atiende pronto, se convertirá en otra “maña” difícil de erradicar…¡Añañaiii!
Municipios del centro del Valle, como Riofrío, siguen esperando que Acuavalle cumpla con su resresponsabilidad de renovar el alcantarillado. Cada lluvia convierte las calles en ríos, afectando viviendas, negocios y la movilidad. Aunque la situación es repetitiva y ampliamente conocida, las autoridades han mostrado una alarmante indiferencia. La comunidad, cansada de promesas incumplidas, exige soluciones reales y no más excusas…¿Será que cuando se acerque de nuevo las elecciones volveremos a ver a los líderes políticos prometiendo esta vida y la otra?
A pocos días de conmemorar los 200 años de vida municipalista de Tuluá, 30 de mayo de 2025, un hito que merece el más amplio reconocimiento y participación ciudadana, la mesa directiva del Concejo ha optado por organizar un acto discreto, cerrado y carente de sentido cívico. La programación, que se llevará a cabo en el salón de sesiones, ha sido diseñada a espaldas de la comunidad, con invitaciones distribuidas de forma limitada entre unos pocos, como si se tratara de una celebración privada y no de una efemérides de profundo valor histórico y colectivo…¡Qué pobreza mental de sus directivos!
Alcaldes de la región vienen quejándose por la falta de acción de Acuavalle en la construcción de sus alcantarillados para evitar las inundaciones.
Resulta lamentable que un acontecimiento de esta magnitud, que representa dos siglos de vida institucional, de historia compartida, de luchas y avances como municipio, no sea aprovechado para convocar a los tulueños, rendir homenaje a sus protagonistas y fortalecer la identidad local. En vez de abrir las puertas del Concejo al pueblo, se ha preferido un acto burocrático, casi clandestino, que traiciona el espíritu democrático que debería regir nuestras instituciones….¡Plop!
Tuluá no merece una conmemoración tibia ni silenciosa. Merece un homenaje digno, participativo y transparente. Porque los 200 años no son del Concejo: son del pueblo…¡Y 200 años no se cumplen todos los días!
Es alentador ver que se están realizando labores de señalización vial en el centro de la Villa de Céspedes. Estas acciones son fundamentales para el ordenamiento del tránsito, la seguridad de peatones y conductores, y la modernización de nuestra ciudad. Sin embargo, es importante recordar que la movilidad urbana no se limita únicamente al casco central. Muchos barrios periféricos y sectores residenciales también presentan un alto flujo vehicular y peatonal, y enfrentan a diario los retos derivados de la falta de señalización adecuada…¡También pagan impuestos!
