Cuando Belisa-rio Betancur hacía campaña presidencial en la década de los 70 sostenía que el “país estaba suficientemente diagnosticado” y ahora me sorprende que aún no se haya terminado de diagnosticar, cuando escucho a los cientos de candidatos sobre los problemas faltos de resolver y recorren apresuradamente los municipios más apartados acercán-dose por primera vez al pueblo buscando su favor en las próximas elecciones. Hasta risa me da, ver a ciertos aspirantes viajando en bus por vez primera en su vida, jamás lo han hecho ni lo volverán a hacer, y están dispuestos a hacer el ridículo, si eso les vale un voto en las urnas. Qué vaciedad de discursos, qué fatuos programas de gobierno, qué absurdas promesas, qué grandes mentiras, como la de todos los tiempos electorales. Me parece que los políticos no quieren ver, ahora sí, las nuevas realidades de nuestro tiempo, sobretodo, la nueva mentalidad que se presenta en la juventud, cuando han descubierto tantas mentiras amontonadas a través de la historia en los cerebros de los colombianos engañados por quienes se han sostenido en el poder para el servicio propio y de sus allegados sin resolver de fondo los problemas centenarios del país.
La más reciente encuesta entre los líderes de opinión, se muestran preocupados por un presunto fraude electoral que se presentará, si se tiene en cuenta el bajísimo nivel de aceptación que tienen los políticos y el Congreso de la República en la actualidad y temen un cambio radical de costumbres y visión de país. Personalmente me sorprende e indigna la rapiña presidencial de tantos aspirantes que están ciegos, sordos, pero no mudos.